No en mi nombre

El homenaje que hizo esta semana la Asamblea Nacional del Ecuador a la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, será recordado como uno de los actos más bochornosos de la historia del país.

Para un gobierno serio, el hecho de recibir con honores y condecorar a un ex mandatario de otro Estado, por sí solo podría resultar inconveniente tanto en lo político como en lo diplomático, pero resulta más grave todavía si la homenajeada acaba de dejar el cargo hace poco tiempo y está envuelta en cientos de escándalos judiciales e investigaciones de corrupción (también alguno de sangre como el caso Nisman), y, por si fuera poco, junto a ella han caído y siguen cayendo a diario los principales funcionarios que la acompañaron, mientras otros de sus colaboradores, familiares y amigos ocultan sus tesoros en conventos o bóvedas particulares, o vuelan sobre los tejados de lo poco que quedó en pie tras los casi catorce años de gobiernos kirchneristas.

Me pregunto lo mismo que se ha preguntado estos días la inmensa mayoría del pueblo ecuatoriano que vio con extrañeza, indignación, sospecha e incluso con vergüenza propia el acto de adulo a esta controvertida política: ¿Qué es lo que estamos condecorando? ¿Cuáles son los méritos que hizo esta señora para que un grupo de asambleístas le rindan pleitesía?

La respuesta más obvia y pueril será que la dama en cuestión pertenece a su misma tendencia ideológica, pero, asumo que quienes han urdido esta genial salida habrán pensado también lo poco que le favorece a su “tendencia” los escándalos de corrupción que arrinconan a su colega. ¿Se habrán puesto a pensar qué pasaría si en el caso Nisman una lejanísima e hipotética sentencia la llegara a involucrar de forma directa? ¿Se habrán puesto a pensar que el incremento exorbitante del patrimonio de los Kirchner en varias centenas de millones de dólares entre dinero y propiedades resulta una verdadera bofetada al pueblo argentino cuyo índice de pobreza se incrementó tras esos catorce años al 32% del total de la población? ¿Alguien se habrá puesto a pensar que quizás muy pronto ella y sus cómplices podría acabar tras las rejas y todo este acto será aún más oprobioso para el Ecuador? ¿Se habrán dado cuenta los presuntos amigos de la Kirchner en nuestro país que se acaban de dar un tiro en el pie?

Si alguien quiere reunirse en un club de amigos y compartir un banquete con los ex gobernantes que le son afines ideológicamente, o tomarse fotos con los dictadores más crueles del momento y defenderlos a todo ante el mundo y poner las manos al fuego por sus actos turbios y sus cuestionadas fortunas, está en su derecho hacerlo, siempre que lo haga en nombre propio y no en representación del país.

Si alguien quiere rendir un homenaje a la corrupción, al populismo vivo o muerto, a la deshonestidad, al enriquecimiento desmedido o a la estupidez, que lo haga en nombre propio o en el de su partido, pero no en mi nombre, no en nombre del Ecuador.

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