“Lenín no podrá solo… con urgencia requiere conformar un gobierno progresista, plural y de salvación nacional. El vicepresidente, tan cuestionado, debería dar un paso al costado; y los ministros y asesores correístas, ser puestos en la calle”. Este fue el párrafo final de esta columna el 15 julio del 2017. Me ratifico en su contenido.
Sí, el presidente Moreno no podrá solo enfrentar todo lo que se viene. Hasta ahora, con sagacidad, con la comprensión y apoyo popular, ha logrado exitosamente capear el temporal. Incluso la venida desesperada del desdibujado mesías, ha jugado a su favor y del proceso democratizador.
Los típicos desplantes y amenazas, pudieron forzar al Presidente tomar decisiones legales, acertadas y drásticas como convocar a consulta popular.
Pero, para los desafíos venideros un gobierno conformado por su buró de confianza, por la fracción disidente del correísmo tomada provisionalmente Alianza País, y por tantos correístas camuflados y resentidos en todos los intersticios del poder, no solo que es imposible gobernar, sino que es suicida. Tal esquema de gobernanza topó techo. Es insostenible. El Presidente requiere abrir la cancha para generar mayor apoyo político y capacidades de gestión. “Requiere – como se dice en el artículo del 15 de julio- conformar un gobierno progresista, plural y de salvación nacional”, constituido por algunos de los disidentes del correísmo con perfil de honradez, pero también por los mejores representantes de otros sectores sociales y políticos que desean jugarse por la reconstrucción de la democracia y de la economía.
El dirigente y estratega político Gustavo Larrea caracterizó al mandato del Presidente Moreno como un gobierno de transición. Interesante concepto poco entendido por el mundo político. Transición compleja y dura, luego de 10 años de un esquema de dominación brutal , mañoso y corrupto. Transición del autoritarismo a la democracia, de la economía extractivista a la de producción, etc.
Tal transición demanda crear condiciones democráticas y el esfuerzo de muchos. De tal suerte que G. Larrea, habla de la creación de una gran y amplia plataforma de apoyo a este proceso. Si no entiendo mal, se hablaría de abrir la cancha, dejar que otras voces opinen y otros hombros ayuden a cargar el peso del poder. Esto es democratizar el poder.
La realidad presiona hacia esa apertura. Ámbito donde Lenín no da señales todavía. Ha llegado el momento para dar la primera. El Consejo Nacional Electoral, instancia delicada en el manejo del proceso democrático, está lleno de correístas. Frente a las vacantes, una de ellas debe ser llenada legal y legítimamente por Solanda Goyes, genuina figura democrática del movimiento de mujeres y de amplios sectores sociales. Presidente… de una señal.