La voz ciudadana es importante frente a los cambios constitucionales que se proponen, entre ellos la reelección indefinida. Yasunidos fue un buen ejemplo de empoderamiento de un tema de defensa de la naturaleza, aun cuando al final el oficialismo le haya bloqueado la consulta popular, pese al mandato de la Constitución.
Uno de los desafíos es enfrentar la división que han propiciado a su turno los gobernantes. Así se ha roto la unidad de organizaciones sociales, sectores indígenas, sindicatos y gremios de trabajadores, profesionales, artesanos, la clase del volante, empresarios, comerciantes, partidos y movimientos políticos, entre otros.
En la actualidad existe un desafío para enfrentar a la imposición del poder, al que la Constitución de derechos y justicia -que tanto reivindicaran al Ecuador y al mundo- hoy le estorba para consolidar su proyecto político. La reelección indefinida, a la que se opusieron hasta con declaraciones públicas que registra la historia reciente, es reivindicada en medio de la amnesia colectiva, aunque según encuestas la mayoría no está de acuerdo y por ello el poder esquiva la consulta popular, a la que ha recurrido en forma reiterada los últimos años.
El principal miedo es perder en las urnas una consulta popular y no una elección unipersonal, como si la democracia no implicara triunfos y derrotas. Caso contrario, para qué los procesos con la auténtica participación ciudadana, no los remedos que existen con gran soporte de propaganda oficial.
Si el poder concentrador es fuerte, en la otra orilla hay una oposición debilitada y dividida. Está bien que en un proceso eleccionario exista diversidad de candidatos, de tendencias y organizaciones políticas diversas, pero en este caso deberían dejar momentáneamente sus cálculos y aspiraciones personales para unirse en una sola dirección: decir no a la reelección indefinida de quien quiera y no al uso de la comunicación como un instrumento del poder para imponer el pensamiento único, con el argumento de servicio público, cuando es un derecho humano universal.
La miopía de la dirigencia les genera recelos porque cómo pueden estar juntos unos con otros, a pesar de que el objetivo sea el mismo, sin darse cuenta que sin ello no podrán salir ni encontrar espacios con posibilidades de sobrevivencia política. Al final el oficialismo a todos les dirá que son la restauración conservadora. No capitalizan que la unidad les pone nerviosos y temerosos. Un ejemplo claro: las manifestaciones de las organizaciones sociales y de trabajadores de septiembre pasado les hizo cambiar la tesis de imponer un nuevo Código Laboral, que lo proscribieron y hoy hablan solo de ciertas reformas. Por todo esto, existe un desafío de lograr la unidad, con el renunciamiento momentáneo de todos de aspiraciones políticas futuras para evitar que se termine con la alternancia democrática.