Se acaban de conocer las cifras del Presupuesto del Estado ajustado para el 2017 y algunas medidas para solventar la crisis.
Así mismo, se ha anunciado que en septiembre próximo se conocerá el programa económico hasta el 2021.
Un mensaje importante es el reconocimiento oficial que el país está en una situación económica crítica y que las cifras económicas serán transparentadas y publicadas para conocimiento público.
Hemos venido diciendo durante años los errores del manejo económico y es un mensaje tranquilizador que finalmente se entienda la complejidad del problema por parte del Jefe de Estado.
Es preocupante, sin embargo, que las personas y ministros que defendieron a diestra y siniestra el irresponsable manejo económico anterior sean ahora los que validan los pronunciamientos del Presidente de la República. Y, si ahora se adaptan a lo que dicen los nuevos jefes asoma como un equipo poco confiable el que defiendan intereses y no principios y conceptos.
Si bien es cierto que el Presupuesto del 2017 va a tener poca relevancia práctica, pues el año ya va recorriendo su segundo semestre y el margen de maniobra no es mayor, las señales sí pudieron ser más decidoras y claras. Que el Presupuesto siga creciendo aunque sea un 2% frente al devengado del año anterior, no es compatible con una política de austeridad. Tampoco es concordante con un presupuesto prudente estimar ingresos tributarios como si la economía estaría en una franca expansión. Aparece como una suerte de sobreestimación de ingresos, pues este año lo más probable es que la recesión siga vigente, lo que conlleva menores ingresos tributarios, más aún si el IVA bajó del 14% al 12% y hay menores ingresos por impuestos de importaciones.
Las medidas anunciadas para superar la crisis son positivas pero se requiere mayor especificidad y un cronograma de acciones próximas a adoptar. Qué se va a cambiar de la ley de plusvalía, en qué consistirán los atractivos para atraer capitales, en que rubros de gastos van a hacerse reducciones y qué proyectos de inversión serán postergados o eliminados. El país está saturado de escuchar durante una década que todo estaba bien, ahora el país sabe que no fue así por lo que sí es prioritario la precisión y la oportunidad de las acciones.
Se han dado pasos importantes en lo político aunque falta mucho por hacer. En lo económico aún no empata el discurso favorable con las acciones necesarias. La confianza, luego de la tormenta, se recupera con una buena dosis de pragmatismo y firmeza, aunque sin duda con cautela. Para que regresen capitales, la inversión se active y el empleo mejore se requiere dirección, oportunidad y profundidad en las decisiones económicas.