Es alarmante el dato de que en el 2015 alrededor de 5’463.466 habitantes, entre los 18 años y más, no habían terminado el bachillerato. Las provincias con más alto porcentaje son: Chimborazo con 33, Santa Elena con 34.5, los Ríos con 34.7, Cotopaxi con 35.4 y Carchi con 35.8.
Esta población ecuatoriana que representa un tercio del total, expresa la voluntad de no concurrir a estudiar, simplemente porque está desmotivada, y en su entorno social, de familias cercanas y de los barrios donde habitan, forman un conglomerado que demuestra ocio o una tendencia a trabajar en cualquier cosa que ocupe su tiempo con remuneración escasa, y que a veces sirve para adquirir, muy tempranamente, alguna droga alienante.
La Corporación Andina de Fomento-CAF- afirma que en el Ecuador sobre un 20% entre 15 y 25 años no estudiaba, ni encontraba un sitio de trabajo en el 2014. Hasta hoy, al 2017, dicho porcentaje habrá subido, tanto por el aumento de la población como por las condiciones económicas del país que no abren fuentes de trabajo; y más bien, terminamos el 2016 con cierre de muchas empresas al haber concluido el ciclo de abundancia de casi diez años. Este alto porcentaje cercano a la tercera parte de la población, se ha mantenido desde 1992; esto es, por casi 25 años, y no podrían aumentar por la ausencia de nuevas fuentes de trabajo que demandarían esa mano de obra desocupada, a diferencia de otros países que la han disminuido. Asimismo, determina que el 15% de personas entre 12 y 18 años no asisten a establecimientos educativos; y, que el nivel de jóvenes que no terminan el bachillerato es del 55%, que por sí mismo es ya un indicador de cifra roja alarmante, demuestra desmotivación para capacitarse, y a través de ese medio buscar una fuente de trabajo con mejor salario.
Al comentar esta situación, Lucila Berniell, especialista educativa de la CAF señala que los estudiantes ecuatorianos tienen un bajo nivel de habilidad para ingresar a los sistemas educativos del nivel básico-EGB- o al bachillerato obligatorio-BGO-. Afirma además, que “los niños de 5 años que viven en familias de cuartil más pobre tienen un desarrollo verbal que equivale a un retraso de casi 14 meses, respecto de niños de igual edad que viven en hogares del cuartil más rico”. Agrega, que las malas condiciones prenatales influyen en la formación del cerebro y en la capacitación de los niños de recuperarse de esas condiciones adversas; porque los tres primeros años de vida son decisivos para alcanzar el desarrollo integral, físico y cognitivo.
Quizás, estos factores influyen en el futuro de los estudiantes produciendo una lamentable desmotivación. Las autoridades educativas actuales deberían ya afrontar estos problemas, pero como pronto habrá elecciones presidenciales a mediados de febrero, son asuntos que han pasado a segundo plano, postergándose soluciones para que las afronte el próximo gobierno.