Cuando Berlín Oriental estaba bajo control soviético hice una visita acompañado de un periodista partidario del socialismo, viajaba él con mucha ilusión y ponderaba las bondades de una sociedad igualitaria, sin consumismo, sin publicidad capitalista; sociedades, decía, de gente confiada que vive con frugalidad y alegría. Cuando nos encontramos con una ciudad ennegrecida, con aspecto de pueblo abandonado con gente triste y recelosa, tuvo una decepción tan grande que no pudo evitar el llanto. El mundo estaba polarizado y era difícil evitar la adhesión a uno de los bandos antagónicos.
La política, como anomalía de origen, tiende a polarizar todo. El movimiento ciudadano es un movimiento de liberación de la disyuntiva absurda entre Gobierno y oposición, entre izquierda y derecha, entre socialismo y capitalismo, entre rojos y azules. El ciudadano pacífico está en el tercer bando. No es fácil esa liberación porque los partidos políticos son los primeros en descubrir la tendencia y se disfrazan de movimientos ciudadanos, de movimientos antipartidos y generan la ilusión del consenso.
Las nuevas herramientas tecnológicas y los movimientos sociales favorecen esa ilusión. Hay en España un nuevo movimiento que quiere llegar al poder, como llegaron los populistas latinoamericanos donde hicieron laboratorio, ofreciendo a los ciudadanos nuevas formas de hacer política y nuevas formas de organización. Ofrecen destruir la “casta de los partidos” y dejar que sean los ciudadanos quienes tomen las decisiones. Utilizan herramientas como Apgree, Reddit y otras redes sociales, que permiten a los ciudadanos que se inscriben, votar, comentar, debatir, hacer propuestas; se tabulan las coincidencias y se determinan cuáles son las que más apoyo tienen. En un solo fin de semana se presentaron 17 000 propuestas y se emitieron 213 905 votos.
Como ya ocurrió en América Latina, el tercer bando se pervierte cuando es colonizado por políticos que caen en las viejas argucias: la lucha por el poder, la polarización, la descalificación. El nuevo movimiento español, apenas vieron el poder como posible, empezaron a lanzar ciertas consignas conocidas como “el pueblo es el que manda”, “nada se escribe en piedra”, “ciertos columnistas, a sueldo, escriben contra nosotros”, “la ley está pensada para roba gallinas”. El dilema se transforma, entonces, en cómo lograr representar al tercer bando y al mismo tiempo aprovechar el poder como los viejos bandos.
Los viejos políticos están fascinados con la posibilidad de conquistar al tercer bando mediante las redes sociales. Por eso concursan con el número de seguidores en las redes sociales. En Latinoamérica, Cristina Kirchner, Juan Manuel Santos, Enrique Peña Nieto, Dilma Rousseff, Nicolás Maduro y Herique Capriles superan los dos millones. Les sigue Rafael Correa con un millón y medio de seguidores.