El nuevo gabinete de Moreno suscitará muchos optimistas y otro tanto de frustrados. Pero en los hechos, imaginar un cambio significativo resulta inapropiado. Gana el continuismo, por el número de funcionarios del pasado que ocupan puestos clave, y porque parte de ellos se convirtieron en promotores, más papistas que el Papa, de lo que el gobierno anterior proponía. ¿Acaso, habrá que esperar una nueva conversión? Lo correístas predominan.
Muchos esperaban un gabinete reducido, pero hay un ministerio más, aunque no están más los abultados ministerios coordinadores. Un ahorro de recursos ya que eran una burocracia innecesaria que complicaba las decisiones y gestión, cada ministro celoso de sus prerrogativas podía entrar en tensiones con el ministerio coordinador, a veces hubo superposición de funciones. Respondía a una visión tecnocrática centralizadora con ministros simples ejecutores de decisiones precisas que vendrían de un centro, un fondo megalómano de Correa.
El cambio más sobresaliente, es la “mano tendida” al sector empresarial. Lo que ya inició Correa quien ahondó nexos con los empresarios y aceptó en mucho sus propuestas. Ahora, Moreno nombra a cercanos empresarios como ministros (P. Campana, E. Ponce) y a personas (C. de la Torre, C. Pérez, Eva García) con una visión diferente del manejo económico anterior. ¿Habrá un cambio de política económica? Es la parte para los optimistas. Pero, el consejero de economía presidencial será P. Rivera, estrechamente ligado a la política económica saliente.
Este gabinete menos burocrático de los de Correa, da también más espacio a los serranos, cuando los círculos cercanos fueron de grupos a los que perteneció desde su infancia.
Así, no se trata de una nueva tendencia en lo fundamental de las políticas y de la gestión o lo es poco. Puede ser que emerja un nuevo estilo, pero poco será esto para lo sustantivo del ejercicio presidencial.
Por primera vez, Ecuador vive una continuidad de gestión, además luego de 10 años de gobierno, lo cual puede ser muy positivo si se realiza rectificaciones. Para el inestable Ecuador es una experiencia novedosa. Hay tantas razones para imperiosos cambios, en la economía o en conjugar democracia en serio y aterrizar con políticas sociales “sustentables”. AP necesita abandonar la visión de Papá Noel, que funcionó con la generosa renta petrolera que coincidió con Correa, ahora hay que aterrizar en la realidad, en las condiciones estructurales. El cambio podrá ser gobernar con la realidad por delante. El poder lleva a mundos de ilusión, ¿los numerosos funcionarios de antes que ahora hacen gobierno aprenderán de la humildad?
La innovación política es indispensable aún para una continuidad positiva. ¿Lenin Moreno tendrá esas capacidades?