Cualquier país del mundo está expuesto a un atentado terrorista, la diferencia para lograr que los turistas regresen o no, está en la reacción estatal inmediata después de la violencia criminal. Paris, Londres o Barcelona, al día siguiente aparecieron al mundo llenas de policías y militares tipo terminator, con aeropuertos en alerta, revisando todo, entrevistado a toda persona sospechosa; danto a entender con claridad que los extremistas no podrían atacar de nuevo y tampoco huir con facilidad luego de cometer sus crímenes.
En Ecuador, el gobierno calló cuando cayeron nuestros soldados, los altos funcionarios no dijeron nada cuando fueron secuestrados nuestros periodistas, no se vio uniformados adicionales en los aeropuertos, tampoco en terminales terrestres ni grupos de intervención en las carreteras. El mensaje al mundo fue que los terroristas, en Ecuador, no pueden ser perseguidos y menos capturados.
Con la gran duda que el aparato del Estado no les persigue, porque no puede, pues sus recursos bélicos en armas y personal no son eficientes ni suficientes; o, porque los líderes gubernamentales no quieren atacar a un grupo armado con el cual tienen coincidencias ideológicas.
En cuestión de largos días, fue suficiente la inacción, silencio y desinformación hacia el resto del planeta, para que el más confiado y audaz de los turistas, decidirá no venir a un Ecuador, donde no estamos preparados para combatir al narco terrorismo.
Tampoco existió el mensaje raudo desde el Ejecutivo, que garantice a los ciudadanos extranjeros, su seguridad dentro del país y calmar el nerviosismo de los operadores turísticos internacionales, que abandonan un destino sin inmutarse.
EE,UU., Francia, Inglaterra ya enviaron alarmas a sus ciudadanos pidiéndoles que no visiten toda la frontera norte de Ecuador, porque es claro que los criminales se mueven a sus anchas por el país, y es ingenuo, creer que se mantienen todo el tiempo en la selva, cuando les damos las facilidades para que estén en Quito o en cualquier ciudad, donde las masas son el mejor escondite, si no hay cuerpos especializados de vigilancia activos ni en urbes ni en vías.
Los operadores locales ya informan la sucesiva cancelación de grupos extranjeros previamente contratados. De seguir el manejo de este grave problema, en las mismas manos y bocas que alaban las dictaduras fratricidas, del mismo tinte ideológico que los asesinos de periodistas, las alertas de los países extranjeros se extenderán al resto del Ecuador, y eso no será un tiro en el pie, sino en la nuca.
Las condiciones de Esmeraldas, son ideales para delinquir en nombre de la revolución, además quién no quiere ser un alto dirigente de izquierda y vivir en lujosas mansiones, aspirar a dirigir organizaciones internacionales, cambiar de aviones como de lujosos calzados; hay cientos sino miles de muchachos esperando enarbolar la bandera de las reivindicaciones de los pobres.