10 de Agosto, la fecha y la patria

Algún despistado pensará en dos congestionadas avenidas del centro norte de Quito.

EL COMERCIO publicó ayer (10 de agosto) dos temas alusivos a la fecha que mueven a una profunda reflexión.

El título de la nota de Ana María Carvajal es decidor y triste: ‘La gesta del 10 de Agosto de 1809 se desvanece en la memoria’.

Vamos a ver. Los niños que visitaban el viejo cuartel de la Real Audiencia de Lima (situado en Quito, en la calle Espejo y García Moreno), no sabían ni de los calabozos ni de la matanza de los patriotas(2 de agosto de 1810) y tampoco supieron identificar lo que sucedió casi un año antes, el 10 de Agosto. Menos sabrán que allí, a la vuelta, junto a la iglesia del Sagrario está la casa de Manuela Cañizares donde la conspiración patriota (los patriotas a veces conspiran, les toca) trazó la ruta de aquel 10 de Agosto .
Nombres, calles, avenidas, monumentos todos entretejidos. El Quito nuevo que deja al viejo Quito colonial en el olvido, sumido entre las ventas ambulantes, las imponentes iglesias, los carteristas y el olor profundo y agrio de antiguas y nuevas micciones.

Es el escenario inmenso en significación y a la vez recoleto del Quito céntrico que a veces recorremos sin volver a mirar a la historia. Aquella que se cuenta entre páginas que saltan de unas fechas a otras del calendario, como si se tratase de una sucesión de hechos inconexos. Apenas se recuerdan ciertas fechas saltadas, como si los procesos que se vivieron con intensidad hubiesen sido arrancados del almanaque, del 10 al 2 de agosto, al 9 de octubre de 1820, al 24 de mayo de 1822 al 13 de mayo de 1830 cuando nació la República (eso seguro, siempre lo olvidamos).

Los sabios conversadores de la Plaza Grande, con su riqueza anecdótica y su gracejo no saben bien si aquel 10 de Agosto fue el día de la Batalla del Pichincha. Menos, relata la crónica, el significado del monumento con el león herido y la señora Independencia tocada con su gorro frigio. El primer grito, alguien masculla, y la rememoración anida en las cúpulas del Quito conventual, mientras las cascadas de Twitter y las visitas de Facebook se llevan en torrente al día de la patria. Sabemos más de des-pa-ci-to que del origen de la canción Patria desfigurada por la molienda de la revolución fallida. La ficción que tapó la verdad. El ‘Quito Luz de América’ que bautizó el chileno fray Camilo Henríquez, testigo de los días de agosto y que perennizó en una placa en Valparaíso. El Quito aquel de la libertad ahogada en sangre, 300 muertos, dice el historiador Ortiz Crespo, el 10% de toda la población de la franciscana ciudad.

El Quito que trabaja al apuro para gozar del feriado, el ciudadano trepidante que pasa frente al monumento de los próceres, acaso se pregunta por las ofrendas florales a la memoria abatida de la patria en que rememoraba y añoraba con lucidez Fernando Tinajero, ayer, en este Diario.

Entre trinos y ‘likes’ interminables el tiempo se roba la memoria, se evapora la grandeza de héroes y mártires.

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