Ni el 2 de abril ni el 24 de mayo, conociendo los resultados de la elección y a la vista de la posesión, casi nadie hubiese imaginado el ritmo de los tiempos al que el país asiste.
Los temas económicos, los judiciales y los políticos se superponen. Un día gana protagonismo en la agenda uno de ellos, otro salta a primera plana al día siguiente y así sucesivamente.
Esta semana la ocupa de modo predominante el mapa de la economía. Los anuncios de ajustes efectuados por el Presidente se comprenden pero se ha despertado un debate sobre sus efectos. Los más críticos dicen que no existe un plan, señalan que son medidas ‘parche’, otros sostienen que afecta de tal modo al sector productivo con la carga impositiva a las grandes empresas que, por su tamaño e incidencia, terminará repercutiendo en el conjunto de la sociedad. Los más severos reniegan de la visión fiscalista, se resienten por los aranceles y no apoyan el resultado de la decisión presidencial. Las mesas de diálogo han tenido un éxito parcial, o parcial fracaso según se lo mire. El gobierno estima que el 80% de lo planteado se aceptó. Varios grupos empresariales sostienen que lo de fondo quedó fuera de la decisión presidencial.
La versión oficial piensa que el ajuste dará un gran impulso a las exportaciones, que generan divisas, y a la pequeña y mediana empresa donde hay ansiedad por el fomento a la creación de fuentes de trabajo. Falta afrontar la deuda, mientras, se emiten más bonos. Por lo demás se espera el tino político para buscar votos en la Asamblea donde el oficialismo está partido por otra razón.
Y ese es el siguiente escenario a proponer en este tablero más variopinto que el de ajedrez, de solo dos colores, y de más de 64 escaques. Resulta que para sorpresa del mundo al Presidente y algunas de sus decisiones le apoyan sectores de izquierda y derecha que vienen de la oposición. Por ejemplo, en la consulta popular planteada, donde tiene pocos críticos. Los ajustes económicos ya no fueron bien recibidos por todos y las decisiones firmes de dejar sin funciones a Jorge Glas y los pronunciamientos políticos de Lenín Moreno que parecen gustar a la mayoría de la gente según las encuestas, a los que no logran poner de acuerdo es a los 74 elegidos al cobijo de la lista 35 y disgusta a algunos. Menudo dilema de compleja resolución al punto que no se juntan los votos para el juicio político a Glas, con prisión preventiva.
En cuanto a la cirugía mayor a la corrupción pocos creyeron inicialmente en la palabra presidencial. Los más escépticos miran todavía con recelo la actuación de una justicia heredera de una profunda metida de manos, pero poco a poco los temas se están judicializando, con altos cargos del Régimen anterior detenidos, juzgados o prófugos, como nunca antes sucedió.
¿Será que la justicia quiere ser de veras eficaz, profesional, ciega e independiente? Todo está puesto a prueba, también la tentación del poder de aplicar prácticas del pasado que liquidaron el Estado de derecho.