¿Alianza País ya ganó?

Sí, parece que ya ganó. En sus casi diez años de ejercicio del poder, AP logró con su discurso y con sus actos dividir y confrontar a los ecuatorianos; entre amigos, entre familiares. Si ese fue su objetivo, lo alcanzó.

Logró desalentar a los jóvenes en su ilusión de proteger el medio ambiente cuando después de proponer la iniciativa Yasuní ITT la canceló. Desalentó a esos mismos jóvenes con las restricciones para ingresar a las universidades: insuficiencia de cupos, asignación de profesiones no deseadas y destinos lejanos a su lugar de vida, en fin.

Decidió que universidades de posgrado, al recortarles sus asignaciones, estén a punto de cerrarse, tales los casos de la FLACSO y de la Andina.

Obtuvo innecesariamente, porque en Ecuador no tienen el poder para quitar ni poner gobiernos, que los medios de comunicación y los periodistas se autocensuren a través de una ley restrictiva, que su libertad de expresión sea limitada y que haya temor de opinar libremente.

Con un decreto logró que las ONGs, no importa su objetivo, ambientales, de salud, de género, juveniles, en fin, desaparezcan algunas, reduzcan sus actividades otras y, la mayoría, se enfrenten al poder. Y lo paradójico de esta decisión es que muchos de los altos funcionarios estatales han procedido y se han beneficiado de ese sector.

Al no actuar con prontitud no ha permitido sancionar de manera ejemplar e inmediata a los corruptos, chicos y especialmente grandes, del sector público. No ha habido transparencia.
El excesivo poder cooptado y acumulado, la intolerancia y la prolongada permanencia en el manejo del Estado hizo perder a Alianza País, AP, la perspectiva y los límites que tiene un gobierno para rendir cuentas y esto permeó a sus subordinados. Campea la corrupción.

Los excesivos recursos económicos provenientes del petróleo de que dispuso durante la mayor parte del gobierno llevaron a un derroche inaceptable, que bien pudieron ser utilizados en ámbitos útiles y urgentes.

No sé si todo esto fue intencional pero el resultado está ahí, es el que vivimos: crisis económica, corrupción, cooptación de poderes, desinstitucionalización, intolerancia y poca voluntad de unir a todos en función de país. Si este fue su objetivo, lo logró y ganó.

El gobierno, cualquiera que sea, incluyendo el de AP, que asuma en mayo próximo, tendrá que recuperar al país de esta situación de derrota. Esto no puede seguir. Mucho tiempo y esfuerzo costará volver a una mínima normalidad en la relación social entre ecuatorianos. Y recuperar una moral que saque al Ecuador unido y optimista desde 2017.

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