Ganando tiempo

A medida que se hace pública la información de los delatores de Odebrecht, escuchamos las historias del primo Pedro, de Capaya, y el Contralor lanza sus bombas; la reacción inicial de funcionarios e incluso negación, militantes, intelectuales y periodistas correístas, ante la abrumadora evidencia del estado de mega corrupción que hemos vivido, se ha transformado en simulación.

Simulan enfrentar las denuncias para comprar tiempo, esperando ansiosos una indicación del camino a transitar, quién será el ganador para alinearse. Sin brújula, sin norte, desprovistos de gran parte de su poder, ya no parecen ser los hábiles políticos que llegaron a casi desaparecer todo vestigio de oposición. Los discursos vacuos, las reacciones risibles, la indignación fingida, se hacen más evidentes ahora.

Estoy convencido de que muchos funcionarios públicos, tecnócratas, militantes y simpatizantes del correísmo son personas honestas, sin responsabilidad directa en los actos de corrupción, sin embargo tienen una responsabilidad indirecta en la organización y funcionamiento de las estructuras institucionales que permitieron que unos cuantos se aprovecharan de su posición para beneficiarse y beneficiar.

¿Ingenuidad? ¿Conveniencia? ¿Miedo? ¿Desconocimiento? Difícil saber las razones por la que los honestos guardan silencio y callaron ante la evidencia dejada por la repentina riqueza de unos cuantos.

Hoy es difícil identificar a esos honestos, están confundidos con los otros, con los que sabían lo que pasaba, con aquellos que -seguramente- se beneficiaron del estado de cosas, con los corruptos sin descubrir. Ahora, unos y otros, simulan, interpretan roles, actúan para las cámaras.

El Fiscal simula independencia política pero le resulta difícil liberarse de su nexo con AP, de su declarado correísmo, de que fue seleccionado por el impresentable Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, el mismo que permitió que Pólit se quede allí todo este tiempo, que gane el concurso con el puntaje perfecto. Una Fiscalía que pide autorización a la Asamblea para el enjuiciamiento penal del Vicepresidente, cuando todavía no hay juicio.

Una mayoría en la Asamblea que simula unidad, búsqueda de la verdad, lucha contra la corrupción, que autorizan a un supuesto “enjuiciamiento” por asociación ilícita, cuando lo que les correspondía es devolver la innecesaria petición. Así fingen cumplir con la ley, con el debido proceso.

Glas juega a ser víctima, asumiendo el rol de perseguido, silenciado -dice- por los grandes medios. Alguien no quiere que se escuche su “verdad”, repite.

Cuánto tiempo más aguantaremos este juego de sombras, de apariencias, cuándo Moreno dará el siguiente paso, cuándo nos revelaremos ante tanto engaño, parece que esperamos a que la crisis nos explote en la cara. Nos queda poco tiempo y seguro que, con nuestra desmemoria, el propio Correa se presentará como el salvador y no como el responsable de la situación que vivimos.

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