No culpe al pasado

Todo gobierno nuevo tiene un tiempo de espera. Esas primeras semanas y meses de transición, son una suerte de espacio de gracia, permite gestionar lo recibido, ajustar las acciones para el futuro. De Lenin Moreno se esperaba continuidad. Asumió el poder con el discurso de la “revolución ciudadana”, luego del período más largo de permanencia de una misma persona en la Presidencia, con un poder y recursos sin comparación. Un caudillo con grandes dotes de comunicador, incansable trabajador, con poca -o ninguna- tolerancia y una capacidad notable para tergiversar la verdad. Moreno no tenía todos esos rasgos, había demostrado una mayor predisposición para escuchar y establecer alianzas con otros sectores distintos al partido en el poder. La sorpresa se presentó rápido, rompió con sus orígenes, manteniendo el discurso de izquierda, aunque repudiando algunas viejas prácticas políticas, sosteniendo con algo de maquillaje, la misma línea en materia económica.

Una herencia marcada por la crisis ética e institucional, una precaria situación económica que se revela cada vez de mayores proporciones, gracias a las confesiones de funcionarios recientemente cesados, corresponsables de muchas de las medidas tomadas y de haber ocultado o tergiversado información. A todas estas dimensiones de la crisis debemos sumarle los signos de deterioro en la seguridad interna, que se refleja en el incremento de algunos delitos y, lo que apunta a un aumento de las actividades de la delincuencia organizada. El asesinato de la directora de la cárcel de mujeres de Guayaquil parece una dolorosa señal del actual contexto.
Ahora enfrentamos nuevas formas de violencia en la frontera norte, violencia que responde a un contexto previsible luego del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Habían advertido que grupos disidentes de esa organización buscarían controlar los espacios dejados en el manejo de cultivos ilegales, laboratorios clandestinos y rutas de la droga.

Desde Colombia se informa que los ataques recientes serían una respuesta al incremento del control policial y militar en nuestro territorio y con ello las restricciones de transporte de la droga procesada y de los insumos necesarios para su procesamiento. Ya son varios ataques, con el saldo doloroso en muertes, heridos y periodistas secuestrados, todas acciones dirigidas a mostrar presencia, poder y amedrentar.

El gobierno actual alega, y con razón, que mucho de lo que vivimos es de responsabilidad del anterior régimen, de esa pesada herencia que se acumuló en años de desidia e incompetencia, un discurso que no puede ser usado por mucho tiempo más, a medida que pasan los días lo que sucede es su exclusiva responsabilidad.

Presidente Moreno. El reloj sigue su marcha deje la tibieza y asuma que debe cambiar el rumbo de su gobierno, de no hacerlo corre el riesgo de ser culpado por todo, ayudando a convertir en gobernantes añorados a los que nos dejaron la mesa servida de problemas.

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