Indigenismo andino

Al inicio del siglo XX hubo importantes cambios en los países de América Andina. La creciente vinculación al mercado mundial, la modernización de algunos aspectos de la vida económica y social, el incremento poblacional y el crecimiento de las ciudades, trajeron consigo fenómenos como la ampliación de los sectores medios y el desarrollo de la clase obrera, que llevó adelante varias tareas de organización y protesta. Surgieron intelectuales y activistas de izquierda que confluyeron en la formación de los iniciales partidos y movimientos socialistas. En la literatura y la plástica predominaron los motivos de denuncia e insurgencia.

Con antecedentes en años anteriores, en los veinte se desarrolló con fuerza el indigenismo. Surgió en México y en el Perú. Fue visto como la “reflexión antropológica” que surgió en torno a las culturas indígenas que han sido redescubiertas tras la tormenta del liberalismo político. Pero fue más que eso: un cuestionamiento de los proyectos nacionales y de la identidad, y como invitación al compromiso. El indigenismo surgió como un movimiento literario que idealizaba el Imperio Inca, pero luego fue también entendido como la construcción de una nueva identidad nacional cuyo centro era la cultura autóctona.

Desde Manuel González Prada, surgieron escritores y educadores, entre ellos Luis Eduardo Valcárcel, que llegó al etnocentrismo, postulando la eliminación de todo lo no indígena. Impulsaba un movimiento “andinista” que se integraría en una concepción de América india, donde los cuzqueños serían una especie de “pueblo escogido” y la única élite capaz de dirigir el movimiento andinista.

El indigenismo preparó el camino para la reflexión sobre nuestra realidad desde el socialismo. José Carlos Mariátegui, el más destacado y original de sus pensadores, planteó su propuesta para repensar el país y transformarlo. Reflexionando desde el marxismo revaloriza la comunidad indígena como base de la sociedad histórica y eje del futuro en el Perú, sin caer en el fundamentalismo indianista, enmarcando su visión en el análisis de una sociedad dividida en clases, sujeta al poder del latifundismo y la burguesía, en la que se dan tensiones regionales y enfrentamientos étnicos.

Otro pensador peruano que planteó la cuestión indígena desde lo social y político, fue Víctor Raúl Haya de la Torre. Vio el problema del indio no como racial sino socioeconómico. Llamó “Indoamérica” a América Latina y promovió el APRA, movimiento populista que ha tenido larga presencia en el Perú.

El indigenismo se extendió a otros países latinoamericanos. En el Ecuador su máximo representante fue Pío Jaramillo Alvarado, que en los años veinte publicó “El indio ecuatoriano”. La corriente indigenista fue un momento fundamental en el desarrollo de la identidad de América Andina.

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