La Casa Presidencial o Casa de Gobierno ubicada en el Centro Histórico de la urbe es la sede oficial del Gobierno Nacional y residencia del Presidente de la República. Su historia data de 1611, cuando la Corona española autorizó la compra de un pequeño palacete que perteneció a Diego Suárez de Figueroa y, tras el terremoto de 1627, fueron adquiridas dos casas aledañas y se conformó el llamado Palacio Real de Quito, en el que funcionaron la Real Audiencia y la Gobernación Civil y Militar.
Ese edificio ha sido objeto de varias transformaciones y también se lo conoce como Palacio de Carondelet, denominación que se atribuye a Simón Bolívar, en reconocimiento al Conde que dirigió la construcción de la actual fachada con una que otra mejora. Desde 1830 en que se constituyó la República del Ecuador, luego del desmembramiento de la Gran Colombia, en ese recinto han desarrollado normalmente sus actividades los diversos mandatarios hasta hace pocos años en que, por el aumento de dependencias y multiplicación de la burocracia, ha sido necesaria la adquisición de inmuebles cercanos e, inclusive, la Secretaría General de la Administración funciona en la intersección de las avenidas Portugal y República del Salvador, distante varios kilómetros de la Plaza Grande.
Más aún, desde 1866 desarrollaba sus actividades el Congreso Nacional en un pabellón de Carondelet hasta 1959, durante el Régimen de Camilo Ponce, que, con motivo de la XI Conferencia de Cancilleres que debía efectuarse en esta capital pero que no llegó a cumplirse por el diferendo limítrofe con Perú, fueron restauradas esta histórica casa y la de la Cancillería y se construyó el aeropuerto, el edificio matriz del IESS, el Hotel Quito, la residencia universitaria, etc. y se ejecutaron varias obras de envergadura en Guayaquil, pese a que entonces no se disfrutaba de bonanza petrolera.
En cambio, el ex mandatario Rafael Correa lanzó la polémica idea de trasladar la Presidencia al Cuartel Epiclachima, ubicado en el sur de la urbe y destinar el Palacio de Carondelet exclusivamente para eventos solemnes y para lucir el museo que inauguró pocos días antes de la conclusión de su dilatado mandato.
El prestigioso historiador, catedrático universitario y referente socialista, Enrique Ayala Mora, lo calificó de “museo del autobombo, vanidad personal y delirio de grandeza, dedicado a perpetuar su figura…” y recomienda desmantelar esa “muestra grosera del autoritarismo”, ya que un museo debe estar dedicado a exaltar las verdaderas glorias nacionales y recuerda que dictadores como Trujillo, Stroessner y Somoza actuaron igual.
Surge la pregunta ¿Por qué un museo en Carondelet para exaltar la controvertida obra y la figura de Correa cuando otros ex presidentes como Alfaro, García Moreno, Durán Ballén, Galo Plaza, Rodrigo Borja, etc., por citar sólo unos casos, tienen igual o mayor derecho por su honorabilidad y su eficiencia?