¿Los colombianos estaremos destinados a otros cien años de soledad y de violencia o nos merecemos una nueva oportunidad sobre la tierra ? Esta reflexión la puso en el tapete Gabriel García Márquez en su discurso en Estocolmo, la víspera de recibir el Nobel de Literatura. Obviamente no son las palabras exactas ,pero sí el contenido .
No sé de qué amasijo de barro y demencia estamos hechos en Colombia. El único país en la historia de la humanidad que ad portas de terminar un desangre de mas de medio siglo, sigue polarizado y azuzando odio contra la paz y la participación en la política de los antiguos guerrilleros de las FARC, que cumplieron a cabalidad con su desmovilización, su reintegración a la vida civil y la entrega de armas.
Basta asomarse a los tuits, los mensajes de Facebook o los comentarios que se ventilan a diestra y siniestra sobre este proceso, que ha pesar de sus falencias -ningún acuerdo es perfecto- es la piedra angular para empezar a construir un país en que quepamos todos, nos miremos de frente y nos demos la mano.
Pareciera que las palabras del Papa Francisco a los colombianos en su reciente visita, quien nos sorprendió por su conocimiento profundo sobre Colombia, su geografía, su historia, sus errores y esperanzas, y sus mensajes de corazón abierto llenos de sabiduría y preocupación real, pareciera, repito que se hubieran esfumado como cenizas al viento y ya no quedara ninguna de ellas en nuestro recuerdo.
Transcribo algunas:
-No tengan miedo a pedir y ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una nueva cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad , como desea el Señor”.
-La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. La verdad ni debe de hecho conducir a la venganza sino mas bien a la reconciliación y el perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos .Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de la violencia y abuso”.
Colombia acaba de escoger los integrantes de la Comisión de la Verdad. Hombres y mujeres intachables y expertos en el tema, presididos por el sacerdote jesuita Francisco De Roux . Ojalá ellos logren restaurar un poco la cordura y salvar este proceso cada vez más enredado por intereses politiqueros y polarizaciones dementes .