Arrancó el vuelo 2017. Su duración será de doce meses, y como anuncia el piloto -en un simpático mensaje que me llegó por WhatsApp, las escalas serán: felicidad, trabajo, respeto, tolerancia, alegría, salud, perseverancia, alegría, paz, equidad, generosidad, amistad…
Los pasajeros disfrutarán de un aperitivo de optimismo, seguido de ensalada de ternura, gratinado de buenos deseos y postres variados de sonrisas, abrazos, reconciliación y optimismo.
La nave decoló a las doce en punto, en todos los, países del globo terráqueo y ya se encuentra surcando los cielos. Estos millones y millones de pasajeros que abordaron están cordialmente invitados a disfrutar del viaje, dejando el equipaje de odios, rencores, venganzas, traiciones, corrupción, vanidad y los demás fardos negativos en los recipientes de basura del vuelo que finalizó el 2016.
Yo ya me subí, como todos los que me están leyendo y los que no conozco. Queramos, o no, estamos todos embarcados en esta misma aventura. Depende de cada uno cómo lo disfruta o lo convierte en tragedia. Depende de la carga negativa que le pongamos en el equipaje. Este vuelo no tiene retorno y tocará tierra a las 11:59 del próximo diciembre.
Personalmente, y a pesar de los buenos augurios del piloto creo que la nave se encontrará con turbulencias feroces. Cumulus Nimbus de odio. Rayos y centellas que remecerán sus estructuras y muchas veces el radar se verá amenazado con perder su norte.
Pero si todos los pasajeros, de manera individual o colectiva nos unimos, le ayudamos a retomar el rumbo, nuevos amaneceres de sol y atardeceres plácidos enmarcarán las diferentes escalas.
En Colombia será la primera vez en más de medio siglo, que estamos todos invitados a subir, tomados de la mano a este viaje anual y a compartir. Unos al lado de otros sin rótulos de “buenos” o “malos” podremos mirarnos a la cara y entender que somos hermanos, que en cada escala podemos lograr una experiencia conjunta para que al llegar a nuestro destino dentro de doce meses, encontremos una patria mejor, más unida, más próspera.
Cada país tiene su propia nave. Les deseo a todos mis hermanos ecuatorianos que disfruten de una experiencia positiva, enriquecedora y que sigan amando esa tierra bendecida por el supremo creador con bellezas naturales incomparables, un pequeño, paraíso terrenal.
Buen vuelo 2017. Querámoslo o no, lo tenemos que hacer. No hay retorno. Procuremos que sea un viaje positivo y de unión.
El horizonte no está claro. Tormentas llamadas Trump. Putin. Isis. Huracanes norcoreanos, Terremotos israelíes. Tsunamis terroristas. Ráfagas de francotiradores se pueden presentar. Conserve la calma y ayude a recuperar la estabilidad del avión.