Siempre se señaló -cuando los diferentes gobiernos, ávidos de recursos, proponían a los denostados congresos perdonar los intereses y las multas a los deudores morosos, que no pagan sus impuestos a tiempo como obliga la ley- que era un pésimo precedente que seguirían los siguientes gobiernos. ¿Por qué? Porque así se acostumbraba con esa política al contribuyente a que no pague sus obligaciones a tiempo, porque siempre alguien le perdonaría después.
Si hay un ente público eficiente es el Servicio de Rentas Internas, al que se le da un golpe con esta ley. Desde su creación -que fue en el gobierno presidido por Fabián Alarcón- y el inicio de sus actividades en el gobierno de Jamil Mahuad –no todos los gobiernos hacen todo mal-, se ha organizado y mejorado permanentemente. Ha tenido directores básicos: Elsa de Mena, que lo inició y sentó bases firmes, y Carlos Marx Carrasco, y Ximena Amoroso en el último tiempo. Tres directores en 15 años, lo que contrasta con la inestabilidad y el cambio constante en casi toda la administración pública. Sus exigencias han sido aplicadas por el sustento técnico y claro que han tenido resultado. A muchos no gustará su eficacia, porque cierra los resquicios de la evasión, pero no hay dudas de que ha sido una entidad beneficiosa para el país.
Es -por lo excepcional vale la pena mencionarlo- de las pocas instituciones que se ha librado de la novelería del cambio de nombre, manifestación del complejo fundacional que caracteriza a la política ecuatoriana, desconociendo todo lo pasado y gobernando mesiánicamente, porque así son los constituyentes, como los colonizadores que llegaron con Cristóbal Colón en las carabelas, a inventarlo todo.
Como en las ocasiones pasadas, ya se enancaron en la amnistía los deudores del Banco de Fomento y hay que esperar que los beneficiados no sean, como de costumbre, los grandes deudores, que utilizan siempre el interés de los pequeños para la aprobación.
Varias conclusiones de todo esto:
1) Los buenos proyectos son creados y ejecutados en varios gobiernos. Nada prospera como acción providencial.
2) La estabilidad en las instituciones es clave para su buen funcionamiento.
3) El cambio de nombre en las instituciones ni mejora nada ni soluciona los problemas. Es novelería que se pierde en palabras por lo general retóricas.
4) Los malos precedentes se convierten en costumbre, perjudicando a los honestos y cumplidores, en beneficio de los tramposos e incumplidos.
5) Nunca hay que decir que “de esta agua no beberé”. Los grandes denostadores de todo lo pasado acaban haciendo lo mismo apenas las urgencias fiscales se presentan.
6) La ley que perdona intereses y multas conspira contra la eficiencia del Servicio de Rentas Internas, porque los contribuyentes esperarán siempre el perdón a su incumplimiento para pagar y no tienen así razón para cumplir a tiempo sus obligaciones tributarias.
Columnista invitado