Esa fue la respuesta que recibió Martha Roldós, quien segundos antes, en voz alta y mirando a la tarima, había cuestionado el hecho de que la primera piedra del magno proyecto bautizado como ‘Refinería del Pacífico’, estaba yendo a ser colocada en el medio de una idílica zona rural de Manabí denominada El Aromo.
Ocupando el centro de la tarima en su calidad de personaje principal del evento, se encontraba el Comandante Hugo Chávez Frías, Jefe de Estado de la República Bolivariana de Venezuela y, además, gestor y promotor del proyecto que en ese día se inauguraba; pero quien había emitido una bravuconada en lugar de una respuesta, era su acompañante, el Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa Delgado.
Ese incidente, que ocurrió a mediados de julio del 2008, fue muy comentado en los meses siguientes por la mayoría de los medios.
No obstante, el hecho de que Rafael Correa había logrado evitar dar una respuesta, pasó inadvertido. Es así que, en los años siguientes y hasta el día de hoy, ninguna de las autoridades del gobierno de entonces ni del gobierno actual -que casi en su totalidad son las mismas- ha tenido necesidad de responder la boicoteada pregunta.
Sin embargo, una respuesta adecuada hubiera podido ser encontrada en cualquiera de los múltiples discursos que entonces solía pronunciar el Comandante Chávez, en los cuales pregonaba los magnificentes proyectos con los cuales, utilizando su petróleo, Venezuela ayudaría a salir del subdesarrollo a todos los pueblos del Tercer Mundo.
En esos discursos también se ponderaba el hecho cierto de que, en el subsuelo venezolano, se encontraban las mayores reservas petroleras del planeta; reservas que podrían ser transportadas por los siete mares a las refinerías de los cinco continentes, gracias a la inmensa flota de buques petroleros y de gran calado que poseía Venezuela.
Inmersa en esos discursos, por lo tanto, estaba expuesta de manera diáfana y directa la respuesta que hasta el día de hoy ha logrado ser eludida: la Refinería del Pacífico tenía que ser construida necesariamente cerca de Manta, el único puerto del Ecuador con aguas lo suficientemente profundas, como para que en sus muelles puedan atracar los inmensos buques petroleros y de gran calado venezolanos.
Desde ese incidente ha transcurrido una década.
Sus dos protagonistas, Hugo Chávez y Rafael Correa, aunque por diferentes razones, ya no están en el poder y uno de ellos está en el más allá; la que sería nuestra socia, la empresa venezolana PDVSA, ya está en proceso de quiebra; y, es posible que ningún buque petrolero jamás tenga que atracar en Manta.
No obstante, el Gobierno sigue codiciando construir la refinería en Manabí; aunque nuevamente se haya quedado sin respuesta.