Toda economía pasa por etapas de ajustes, definidos en el repetido y cansino refrán de las “vacas flacas y las gordas”. Lo que no es común en el refranero popular son los relativos a las previsiones y cautelas que oportunamente deben ser programadas por los países.
En el caso ecuatoriano hay indicios -que ascienden a evidencias- de que una situación crítica amenaza a la economía nacional durante el 2015 y hasta un año más. Entonces, surgen las preguntas: ¿Tenemos fondos de previsión ahorrados cuando se dieron los grandes precios del crudo o fueron incorporados a gastos fiscal para obras de infraestructura, algunas vitales para el país, otras lindando el adefesio y despilfarro como edificios monumentales o esculturas exóticas? En ese capítulo, nos distinguimos de Chile, que aprovechó las reservadas del alto precio del cobre durante varios gobiernos y fueron utilizados cuando el macro sismo de Concepción demandó el auxilio y la reconstrucción. No tuvieron la necesidad de viajar a China.
Luego es necesario indagar si para enfrentar la situación existen puentes y relaciones adecuadas entre el sector público y privado. La repuesta es positiva si apreciamos la intención, por lo menos teórica, de coincidir en una matriz productiva; luego, se anota el avance hasta la puerta de un acuerdo con la Unión Europea bombardeada, a último momento, por el insólito deterioro con la República Federal de Alemana. Hay que reconocer que para algunos sectores radicales del Gobierno, sigue vigente al adagio de que “en la guerra y en el amor todo está permitido”.
Está muy bien si el diálogo nacional ante las crisis es fructífero y se llegan a acuerdo puntuales; considerando la vieja lección tripartita de la OIT: Gobierno, grupos sociales y empresarios. Una pata que falle a esa frágil silla solo significa confrontación y desestabilización. Los actores son diferentes y hasta contradictorios, pero la coyuntura demanda resignar posiciones.
Debe recordarse a los “ Pactos de la Moncloa” después del franquismo, donde la crisis y la posibilidad del retorno obligó a sentarse en la mesa desde la extrema derecha hasta la izquierda. Competieron el agrio menú Feliz González, Santiago Carrillo y los futuros líderes que luego organizaron el Partido Popular. También estuvieron empresarios y sindicalistas, bajo la aguda observación de Adolfo Suárez. Es cuestión de revisar la lista en Internet. De esa grave crisis, España salió adelante.
Es probable que en el Ecuador ningún acuerdo sea posible por los actores. Algunos, incluso, escogerán el camino de las cruzadas y declararán la guerra a Alemania o Suiza -a EE.UU. no por obvias razones. Ayer nos apoyaba China y ahora Qatar. En este entorno, sin embargo, es posible evitar crueles ironías. No se puede cantar como en 1959, “hasta la victoria siempre” y peor aún entonar “La Internacional” porque solo saben la primera estrofa.