No es alcancía

Así lo calificó el Ministro de Finanzas al Banco Central del Ecuador. No pueden mantenerse congelados ante tanta urgencia de la sociedad-léase del gobierno nacional-. Actuar de otra manera acentuaría la crisis y ese dinero que lo tiene en su poder sirve de salvavidas- eso lo digo yo- para la hambruna fiscal. Por supuesto el único cliente que califica para los créditos es el gobierno. Nadie más. Es, por lo tanto, el banco del gobierno. Ya no es el Banco Central que representa a toda la colectividad. Punto y final. No queda duda alguna: los fondos que le depositan las más importantes instituciones nacionales están a la disposición de la caja fiscal.

Da coraje escuchar un criterio tan simple y peligroso sobre el delicado encargo de esta importante institución en cualquier tipo de economía moderna y peor en dolarización. ¿A quién se le ocurrió afirmar que es importante y hasta vital en ciertas ocasiones cuidar la liquidez por la inexistencia de un prestamista de última instancia? No, ahora no importa a quien pertenecen los depósitos, salvo aquellos provenientes de los bancos privados, que también a ratos se los usa, como si al manejar dinero se podría dividir la caja de un banco de acuerdo a la propiedad de los billetes. Olvídense, el BCE ya no es banco de bancos sino simplemente uno más, que además no sabe lo que es riesgo o no le interesa.

Esta nueva teoría monetaria nace como remedio (o daño mayor) al desequilibrio creado por tanto gasto público. Además deja clara la nulidad del ahorro nacional. Hay que gastar todo lo que se pueda. ¿Y el futuro? ¿Si pasa algo, quien responde? No interesa. No existe.

Pues bien, si esta teoría les gusta tanto, propongo una solución a la grave discrepancia conceptual que adorna este uso abusivo de los recursos que no le pertenecen al gobierno.

Dividamos al BCE en dos bancos: el uno con todos los depósitos y créditos, provenientes y concedidos al sector público (incluyendo las acciones recibidas en dación, el dinero electrónico, con excepción del IESS), que se lo fusionaría con el Banco del Estado, de tal manera que esa sea la institución en la cual se reflejen todos los intereses del sector público.

El otro banco, sería el que se quedaría con los depósitos del encaje – y sus excedentes- entregado por el sistema financiero al BCE ( incluido el valor de la acuñación de las monedas metálicas) y los activos líquidos que tiene en caja e inversiones en el exterior. Este banco no podrá prestarle ni un centavo al gobierno, no podrá invertir en sus papeles, sino tener listos y líquidos los valores que recibe de las actividades y personas privadas a través del sistema financiero.

Ahí si pueden hacer todo lo que quieran con el Banco del Estado. Arreglarse con los municipios y otros organismos y dejar libre y seguro lo que pertenece al régimen privado. Y así nos olvidamos de la alcancía.

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