En la última edición de la revista Finance & Development aparece un artículo escrito por Kishore Mahbubani, sobre el tema de la globalización. El Sr. Mahbubani es decano de la Facultad de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
En la introducción del artículo, el autor menciona que la interconectividad está creciendo rápidamente en el planeta, y pone como ejemplo que el día de hoy en el mundo hay más teléfonos que personas. Esto no significa que cada persona tiene un teléfono, ya que algunas tienen dos y tres.
Cita que en 1990, solamente 11 millones de personas tenían teléfonos celulares, en cambio, en 2011, existían 5 600 millones de celulares en el mundo en relación con una población global que se aproxima a 7 000 millones de personas.
La densidad telefónica ha permitido que las personas, sin importar su ubicación geográfica, con servicios de internet gratuito se comuniquen entre ellas.
Esta realidad ha significado que la dimensión del planeta se haya reducido al tamaño de una aldea, y lo que sucede en cualquier parte del mundo se convierta inmediatamente en noticia local.
La nueva generación de teléfonos inteligentes pronto se expandirá alrededor del planeta lo que permitirá que la información que se genere en cualquier parte del mundo sea transmitida de inmediato.
Esta información incidirá en los niveles de educación, mejorando la calidad de vida de los habitantes del orbe.
Más gente adquiere conocimiento sobre la necesidad de vacunar a sus hijos. Así, por ejemplo, las vacunas contra la difteria y el tétano subieron de un quinto de cobertura a escala mundial en 1970 a cerca de cuatro quintos en el 2006. La conectividad entre sus bondades salva vidas.
La tecnología de la información vinculada al transporte ha permitido que de un total de 25 millones de personas que viajaron internacionalmente en 1950, el número se incremente a más de 1 500 millones para 2020.
Asimismo, la conectividad ha permitido sentar las bases para crear una economía global. Si un desastre natural afecta a un país e interrumpe la cadena de abastecimiento, las industrias que dependen de esos insumos se ven afectadas.
Vivimos en una economía que va más allá de las fronteras. El autor de este artículo manifiesta que, paradójicamente, la tecnología -que es una fuerza material- está provocando una conectividad emocional, y cita el caso de los mineros chilenos atrapados en una mina. El mundo entero estaba pendiente del desen- lace y rezaba por ellos.
Esta difusión instantánea de la información y las ideas tiene una connotación moral que la proyecta más allá de las fronteras nacionales. En pocos años más los ciudadanos locales nos convertiremos en ciudadanos globales.