¿Qué ciudad queremos?

Quito se convirtió en una urbe invivible, lejos de la franciscana imagen. Más allá de la inseguridad que aumenta desenfrenada, pasando por la ciudad agresiva de ánimo, en donde los pitos e insultos van de acuerdo al nivel del descuido de los problemas serios, mientras vemos que las jardineras de los parterres y parques se renuevan y ¡vuelven a renovar!, las soluciones que necesita verdaderamente se esconden detrás de toda la cosmética. El tránsito se ha vuelto inmanejable para las autoridades policiales y municipales. Pero todo es fácil de entender, falta la experiencia y ganas verdaderas aun cuando la publicidad del Cabildo cambie de manos y lleguen al rescate los expertos presidenciales, ya que el Alcalde y su popularidad ponen en riesgo la de otro, ahora que la reelección es inminente para algunos.

La propaganda política no basta para convencer a los ciudadanos quienes sufren a diario las verdades, sintiéndolas en su propia piel. Los buses contaminan más que antes con su multiplicación en las mismas rutas y sus carreras desbocadas por llegar primero. Supongo, su desorganización, se debe a la espera de la solución, el metro pero, en esas ocasiones y mientras tanto, ni un policía a la vista. El tráfico, con horas pico dobles, ya no permite llegar a ninguna hora ni lugar. Esto por avenidas culebreras repletas de huecos gigantes y parches de medio pelo. Los grupos de policías entre municipales y de tránsito reunidos en sitios “clave” para apresar a aquellos que no alcanzaron sus destinos porque el tráfico no se los permitió de acuerdo al pico y placa, hacen su agosto. En grupos de hasta diez y doce, todos con celulares en sus manos, chateando libremente, mientras las colas se hacen largas y se convierten en el peor remedo de semáforos mal calibrados y expertos cobradores.

El Centro Histórico, que comenzaba a revivir, lleno de vendedores ambulantes, aún con los esfuerzos de una persona a cargo de la Empresa de Turismo que demuestra preparación y experiencia no termina de despegar. La Ronda que ya era un lugar turístico, de nuevo se ve vacío, peligroso y lleno de bares y locales de última, sin importar las inversiones de hoteleros y otros emprendedores, confiados en la labor municipal. Cuando la obra del Centro Histórico sólo necesitaba ser continuada.

Nos mal acostumbramos a un buen Cabildo y pensamos que quien fue parte de esas acciones las continuaría, pero no resultó así. Solo queda, como ciudadanos conscientes, estudiar cuidadosamente a los próximos candidatos a la Alcaldía para no permitir que nuestro Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad, camine como los cangrejos, uno para adelante y dos para atrás. ¿Es este el Quito que queremos?

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