Esos cinco sentidos

Es miércoles al mediodía y volvemos a la ardiente Nueva Orleans desde la zona del derrame petrolero provocado por la explosión de una plataforma de exploración en el Golfo de México.

En el pequeño auto estamos tres periodistas. Al volante está Dominic Howes, un estadounidense de 35 años que vive en Minneapolis.

Dominic conduce bajo la implacable tormenta Alex, que ha dejado una decena de muertos a su paso por Centroamérica y se acerca a la costa de Louisiana.

A su lado va Han Shan. Tiene 43 años y vive en Nueva York. Él produce un documental sobre lo que llama la peor tragedia ambiental en la historia de Estados Unidos.

Mientra cruzamos el puente sobre el río Missisipi conversamos sobre el poco tiempo que queda para dormir.

Dominic trabaja hasta la madrugada en su video y Han repasa los segmentos de su documental. Luego suben la producción del día a sus blogs y la cuelgan en Youtube.

Los tres compartimos la habitación de una casa antigua en French Quarter, un tradicional barrio de Nueva Orleans.

El cuarto no tiene aire acondicionado, teléfono, conexión “wireless”, televisión por cable ni baño privado.

En él hay seis camas y las restantes ocupan los dirigentes amazónicos Luis Yantza, Humberto Piaguaje y Hermegildo Criollo. Ellos vinieron a compartir sus experiencias como afectados por la destrucción que dejó la petrolera Texaco-Chevron en el oriente ecuatoriano.

Entre nosotros los idiomas se mezclan. Inglés y español fluyen como si fuera posible (y aquí lo es) que uno entienda al otro sin hablar su lengua. “Es que todos sentimos lo mismo”, exclama Hermegildo, jefe cofán.

Compartimos vivencias, impresiones e información. Recordamos las incomodidades del bote pesquero y los largos trayectos en bus.

Son los paisajes humanos que no aparecen en las series de televisión o vemos pocas veces en las películas. “Son pueblos originarios que existen a espaldas de una sociedad atrapada en su propio vértigo”, dice Kirk Cheramie, de la nacionalidad Houma.

Entre nosotros hablamos del dolor que causa ser testigos de una catástrofe ecológica (cada día, y ya van 75, se extiende la mancha petrolera y mata cangrejos, tortugas, ostras, peces, camarones, toda la riqueza ictiológica de la zona donde habitan pueblitos de pescadores de origen ancestral).

Por las mañanas preparamos algo en la cocina, comemos frutas, hacemos jugo y café. En el improvisado desayuno armamos la agenda del día con la incertidumbre de los efectos de la tormenta, sin saber a qué hora podremos volver y qué otros dolorosos testimonios escucharemos en la zona del derrame.

Nada más cercano a la filosofía del maestro Kapuscinski: ir, ver, comprender, sentir y contar. Solo con esos cinco sentidos es posible hacer periodismo de la gente y, sobre todo, desde la gente.

Suplementos digitales