El poder de China en la cooperación Sur-Sur (CSS) radica en la realización de proyectos de infraestructura de magnitud en diversos países en desarrollo. Esa cooperación es notable en función de la escala, la velocidad y la rentabilidad de los proyectos, y ejerce una función positiva en la promoción de la construcción nacional, el desarrollo económico y el progreso social de los países socios.
Cuando China presta ayuda adhiere a los principios de no injerencia en los asuntos internos de su socio, de no condicionalidad -económica y política- y de respeto del derecho del socio a elegir independientemente su propio camino y modelo de desarrollo.
Pero, la rápida conclusión de los proyectos de infraestructura de China también tiene sus problemas, como el escaso o nulo papeleo que provoca falta de transparencia, de supervisión y de seguimiento posterior al proyecto. Los medios de comunicación internacionales denuncian que la reacción en contra de los trabajadores chinos que emplean las empresas chinas en los países en desarrollo genera escaramuzas con la población local, corrupción y robo de recursos.
Sin embargo, esto también generó el reclamo de que los proyectos de desarrollo en los países socios se realizan a pedido de las élites políticas, más que de la población general.
China es consciente de estas acusaciones. Tomó medidas para reparar su imagen y pretende adoptar un enfoque más inclusivo para su CSS, como la búsqueda de la valoración social de sus proyectos de infraestructura, la elucidación de los resultados y no solo del producto. Los proyectos chinos no solo aspiran a generar puestos de trabajo locales -el producto-, sino que también les importa la naturaleza de los empleos -el resultado- que generan para los habitantes de los países socios. Entre otros resultados se incluirían la paridad de género y la paridad salarial de la mano de obra hasta el momento en que la gestión del proyecto esté en manos chinas. China presta más atención a la creación de capacidad y la “ayuda directa” -becas-, está más dispuesta a trabajar junto con las organizaciones de la sociedad civil y se concentra en el desarrollo de recursos blandos.
China alienta a sus empresas estatales a realizar evaluaciones de impacto social y ambiental y a asumir mayor responsabilidad social para mejorar la transparencia de la gestión. Es más dispuesta a coordinar con partes interesadas internacionales.
Dos ejemplos son la coordinación que se produjo entre los trabajadores de asistencia humanitaria chinos y los equipos de las organizaciones humanitarias multilaterales en las secuelas del ciclón Komen (Birmania, 2015) en 2015, y los esfuerzos coordinados de expertos chinos con sus homólogos franceses y japoneses en los proyectos de restauración de los templos de Angkor en Camboya.