Chile sufrió esta semana el sexto terremoto más fuerte de su historia. Chile aprendió las lecciones de 2010 y su reacción fue ejemplar.
Más de una decena de muertos, un millón de evacuados el miércoles por la noche de las zonas costeras, ante las amenazas de tsunamis, cuyos oleajes causaron destrucción. Un movimiento telúrico de 8.4 y fuertes réplicas que pueden durar hasta semanas. Chile es uno de los países con mayor registro de grandes terremotos del planeta desde aquel de Valdivia hasta el de esta semana en Illapel, en el Norte Chico.
Pero Chile sacó lecciones del terremoto de 2010, donde se cometieron terribles errores y se subestimó los impactos de los oleajes. Durante estos años, con gran esfuerzo y con gigantes recursos, aquellos del fondo del ahorro para las catástrofes, se logró reconstrucciones importantes de la infraestructura destruida. Esta vez las imágenes de destrucción en centenas de kilómetros de las costas, carreteras, casas, fábricas, playas, restaurantes y barcos, es indescriptible.
Pero aquellas lecciones hicieron reaccionar a la población con inteligencia y orden – en medio de una circunstancia complicada-. Evacuaron rumbo a las zonas de seguridad, se salvaron miles de vidas. Mejoraron las comunicaciones. Los carabineros aconsejaban por radio y televisión a la población de usar los mensajes de celulares y whatsapp.
La luz eléctrica se ha ido restableciendo con dificultad y las carreteras, otra vez, tardarán tiempo en reconstruirse.
Con un evidente rictus de dolor la presidenta Michelle Bachelet salió a dar la cara, sin referencias agrias de politiquería barata ni palabras altisonantes y asumió con responsabilidad la tarea de visitar, ayer mismo, la zona de desastre.
Del dolor y la solidaridad con Chile y su pueblo golpeado otra vez debemos extraer lecciones a tomar en cuenta de inmediato.
En un país vulnerable por amenazas de terremotos, deslaves, inundaciones y erupciones volcánicas contar con un fondo de ahorro es fundamental. Lamentablemente aquí se denostó y eliminó fondos como los conocidos como Feirep y Feiseh. El exministro de Economía del Gobierno de Alfredo Palacio, Rafael Correa puede dar testimonio. Hoy esos ahorros, frente a la eventualidad del fenómeno de El Niño o una posible erupción serían cruciales.
Otro tema clave de este Chile lastimado que deja enseñanzas es el manejo abierto, serio y muy responsable de la información.
Con medios públicos que no sean agentes de propaganda gubernamental y medios privados serios y objetivos, como lo han demostrado los del Ecuador en situaciones de crisis y conflictos militares, se puede llegar lejos, cooperar, hacer país sin pensar en otra cosa que no sea el bien común.
Para eso hay que desterrar la propaganda, abrir la información, ahogada por la escueta y tímida versión oficial en el estado de excepción, y desechar la enmienda para silenciar la información y controlarla bajo ese peligroso paraguas del ‘servicio público’.