Chicas y jóvenes desatendidos

La muerte, hace poco, de la joven estudiante de un establecimiento educativo de Guayaquil por consumo de drogas parece que despertó a las autoridades educativas. Hoy quieren demostrar que se preocupan por el problema cuando se trata de un tema viejo y que involucra a todos los sectores, a partir del hogar, pasa por escuelas y colegios, estudiantes y maestros, autoridades públicas y privadas y también a los medios de comunicación social, todos llamados a contribuir para prevenir antes que lamentar.

Un experto en temas de niñez y adolescencia y asesor del Gobierno reconocía hace poco que pese a los esfuerzos y tareas que se cumplen el problema rebasa las capacidades actuales y que falta mayor decisión política y fundamentalmente más recursos para enfrentar los graves problemas derivados de la violencia, el consumo de drogas cada vez a menor edad (12 años) y la trata de personas, que utilizan a niñas y jóvenes. Con una administración de justicia y los encargados de las indagaciones penales previas que siguen contribuyendo a la impunidad.

Hay que reconocer que parte del problema son los medios de comunicación, de manera especial audiovisuales, que contribuyen a la violencia con novelas que ponen de héroes a capos de la droga. En general, los medios deben dedicar mayores espacios debido a que su papel también es colaborar con la prevención y la guía educativa.

Entre tanto ruido, insultos e imposiciones desde el poder no se escuchan, y peor procesan adecuadamente, los gritos desesperados, actitudes y demandas de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Algunos o muchos chicos están equivocados, pero no se soluciona solo con acciones punitivas sino con prevención, ir a las causas y no solo a los efectos del problema. Otra autoridad en el tema de prevención de drogas decía que a veces los esfuerzos durante el día se echan por la borda en la noche, cuando aparecen en medios de TV novelas que enseñan malos ejemplos, pero de eso poco o nada se hace para erradicar o para usar cadenas oficiales a fin de construir campañas sostenidas de prevención.

Como secuela de estos desajustes sociales, ha crecido el embarazo de las adolescentes y se multiplica la violencia. La inclusión educativa, que ha sido loable, se afecta cuando en el proceso se producen deserciones escolares y qué decir de la cuenta pendiente del mejoramiento de la calidad cuando algunos siguen aún enredados en el debate sobre los conceptos de la misma. Estos problemas básicos vinculados con la niñez, adolescencia y juventud, la violencia, las drogas y trata de personas, llama a la concienciación de todos, no para acusarse mutuamente sino para construir campañas educativas y evitar una histeria colectiva porque chicas y chicos vienen a resultar víctimas de los problemas de los adultos, por acción, omisión o indiferencia.

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