Las autoridades económicas aún no aceptan que el país ha caído en recesión, pese a que el PIB registró tasas negativas de crecimiento durante dos trimestres consecutivos. Tampoco aceptan que el crecimiento excesivo del gasto público haya sido un factor, tal vez el principal, que desequilibró las cuentas externas del país.
Lo que sí aceptan es que el ‘shock’ externo que registra la economía nacional, por la caída de precios del petróleo y la apreciación del dólar, será permanente y no será posible pasar la tormenta contratando más deuda.
Ese reconocimiento del problema tendrá varias implicaciones en la política económica de un Gobierno que tendrá que acostumbrarse a manejar presupuestos más austeros.
Con la reducción de los precios del petróleo a casi la mitad, lo que se viene es un período de ajuste, tanto para el Fisco como para la economía en general. El Gobierno dijo que mantendrá los equilibrios macroeconómicos y eso significa que cuidará la liquidez de la economía, para lo cual seguirá restringiendo la salida de dólares a través de salvaguardias.
También significa que ahora sí se dedicará a fomentar las exportaciones para que ingresen más dólares al país. Es de esperar que haya nuevas señales para atraer mayor inversión extranjera, como el proyecto de Ley de Alianzas Público-Privado, cuyo resultado se verá en el mediano plazo.
En esta temporada de ajuste, que no se sabe cuánto tiempo durará, el Estado perderá peso y la economía también, pues ocho años de dependencia del gasto púbico no cambian en el corto plazo, y menos si no se coordinó el relevo con el sector privado.
El Presidente de la República ya dio un indicio de cómo será el achicamiento del Estado al preguntar el sábado pasado por qué Petroecuador tiene gasolineras si el sector privado puede hacer ese trabajo.
La misma pregunta pudo haberla hecho hace ocho años, pero antes había un ‘boom’ petrolero. En un escenario de recesión, la pregunta para el Presidente es por qué el Estado aún mantiene a tantos ministerios.