En el calendario talvez de todos los países del mundo, se han elegido ciertos días para aglutinar sentimientos afectivos entre familiares que se expresan con palabras y se acompañan de los abrazos. Por eso, al amanecer de ciertas fechas, figurativamente aparecen senderos distintos a los habituales para desarrollar la vida y se ubican como días especiales. Para situar uno inmediato, porque está a poco tiempo de llegada, se erige como emblemático de los afectos el 14 de febrero, como día de la amistad, aparejado del amor expresado en sentimientos que ocupan un pedestal de más alto nivel.
En aquellas horas que transcurren como tiempo diferente, deben excluirse y dejarlos en sitios apartados todos los sentimientos negativos, con el fin de extender al infinito los saludos, pronunciar frases especiales o dar abrazos estrechos e intensos para que relieven tanto el amor fraterno, el de vínculos sanguíneos o el de intimidades entre hombre y mujer; y, cuando surgen las palabras de labios femeninos seguramente hay cadencia en el sonido y el ambiente silencioso da espacio para la expresión de sentimientos. Dichas frases se aureolan y sin poseer fragancias, pueden ser embriagantes. Por eso, hay algunos momentos que pueden paralizar al tiempo, arrinconándole en los recuerdos que ya permanecen grabados en los circuitos cerebrales como propiedad personal y de caracterización secreta.
En estas celebraciones personales, no hay la presencia colectiva de seres humanos en veredas, calles, avenidas o plazas, sino que más bien se tornan en individuales momentos de vivencia expresada en forma directa como figurativamente se afirma que están “al alcance de la mano”. Por ello, se da entre personas que han desarrollado sentimientos sin importar la frecuencia en que sucedan, pero eso sí separándose de los teclados y pantallas, esto es de máquinas que nunca podrán reemplazar al diálogo directo por las vías auditivas.
Sin embargo, de que actualmente con las innovaciones tecnológicas, los mensajes van a través de los modernos aparatos, y las nuevas generaciones parecen abandonar el mensaje de voz que llega por vías telefónicas. No se podrá nunca sustituir ese sonido captado por los oídos, por unos pequeños y luminosos cuadros que caben en una mano. Las palabras son insustituibles, porque al nivel intenso del mensaje es captado solamente por los seres humanos; pues las vibraciones que producen vencen los espacios territoriales para escucharse a cualquier distancia a lo largo y ancho del mundo. Por estos elementos, el pensamiento hablado no puede ser maquinizado, debido a que estaríamos en los senderos de los robots, que están condenados a nunca poseer sentimientos; y, en consecuencia a poder expresarlos. Avanzará más la tecnología; pero nunca sustituirá a las palabras que están llenas de sensibilidad y amor.