Los expertos afirman que los 3 millones de sufragios obtenidos por Henrique Capriles en las primarias venezolanas, pueden acarrearle entre 7 y medio y 9 millones en los comicios contra Chávez. Suficientes para sacarlo del poder.
“Ocho y medio es una predicción razonable”, me dijo Joaquín Pérez Rodríguez, uno de los mayores conocedores del tema. Y agregó: “Dependerá de muchos factores, pero si las elecciones fueran la semana próxima, sin trampas, Chávez sería derrotado”.
La Mesa de Unidad Democrática (MUD) guiada por Ramón Guillermo Aveledo, ex presidente del Congreso, puso de acuerdo a los diversos líderes para forjar una candidatura única, mediante tres condiciones: él no aspiraría a ningún cargo, cobraría nada y el proceso debía ser equitativo y transparente.
Hoy esa fórmula la estudian ecuatorianos, nicaragüenses y bolivianos que buscan ponerle fin pacíficamente al neopopulismo colectivista del Socialismo del Siglo XXI.
Tras su victoria por más del 60% de los votos, en la ceremonia de investidura de Capriles, Aveledo calzó sus palabras con una frase pronunciada hace 200 años por el patricio José Félix Ribas: “¡Necesario es vencer! ¡Viva la República!”. Bien elegida. Capriles no es el candidato de la tercera, la cuarta o la quinta República. Es el candidato de la República a secas. La de la separación de poderes para proteger derechos y libertades. La de la autoridad limitada. La de la subordinación al imperio de la ley. La de los funcionarios que admiten que son servidores públicos. La de tratar al adversario con cordialidad cívica. La de alternancia en el Gobierno, porque en ese juego oposición-poder suele producirse mejoría constante.
Ese diseño institucional que pisoteó Chávez es el que se propone rescatar Capriles. Es la alternativa: republicanismo o caudillismo populista. Algunos piensan que los narcogenerales no dejarán que Chávez entregue el poder. Pero en el Ejército hay muchísimos que no tienen por qué proteger a un jefe que, según Estados Unidos, mancilla el uniforme. Otros analistas temen que el Gobierno cubano, dependiente del subsidio y los turbios negocios venezolanos, impedirá que se le escape su colonia petrolera. Pero haga lo que haga una miserable metrópolis política como la cubana jamás podrá controlar a medio plazo el destino de una sociedad cien veces más rica que la Isla.
Queda la posibilidad de que Chávez esté muy debilitado o haya muerto cuando sean las elecciones, debido al cáncer que padece. En ese caso, el chavecismo intentará aplazar los comicios. Si la oposición se mantiene firme hablando con una sola voz, la de Capriles, nadie podrá evitar que acabe imponiéndose la voluntad democrática. Nada ni nadie.