La Casa Museo-Sucre

En la tradicional esquina de las calles Venezuela y Sucre se levanta la casa que adquirió el Gran Mariscal de Ayacucho, comprándola a su suegro D. Felipe Carcelén, padre de Mariana, con quien el vencedor en Pichincha, a la sazón Presidente de Bolivia, había contraído matrimonio por poder otorgado al Coronel Vicente Aguirre. Poco antes de marchar a Bogotá, para presidir las sesiones del Congreso de la Gran Colombia, Sucre, al hacer su testamento, nombró como herederas únicas a su mujer, Mariana Carcelén y Larrea y a su hija Teresita, niña de cuatro meses. No volvió a Quito el vencedor en Pichincha, Ayacucho y Tarqui, vilmente asesinado en la selva de Berruecos. La propiedad de su casa de Quito, en la que apenas vivió su romance algo más de un año, se consolidó en manos de su viuda, tras la muerte de Teresita en 1831.

Desde entonces, a lo largo del siglo XIX, la Casa de Sucre conoció diversos propietarios, pleitos jurídicos, desmembramientos, cambios y destinos varios. Dos ocasiones fue hotel, primero con el nombre de Le Grand Marechal. Desde su balcón esquinero el General Alfaro presidió, en 1895, el día de su entrada a Quito, los festejos de sus partidarios. En 1908, con el nombre de Hotel Continental, en sus salones se ofreció una gran recepción. Durante un siglo fue la Casa Azul por el color que se dio a su fachada. Así la conocí en mi remota niñez.

Ya a comienzos del siglo XIX doña Alejandrina Cabezas de Barba, tras largo proceso judicial, consolidó su propiedad sobre la Casa Azul, transferida luego a su hija, doña Carmela Barba, esposa del Dr. José María Gómez de la Torre. Ferviente mantenedora, al igual que su esposo y sus hijos José María, Joaquín y Manuel Gómez de la Torre Barba, del culto a la memoria del General Sucre, doña Carmelita, a fin de que su casa se transformase en museo, la cedió a la Junta de Defensa, en menos de lo que valía, y donó muebles y enseres que habían pertenecido a Sucre y a la Marquesa de Solanda. La Constituyente de 1945 declaró Monumento Nacional a la casa.

Para restaurar el histórico edificio, el Ministerio de Defensa contrató el proyecto de rehabilitación con el Arq. Andrés Peñaherrera y, desde entonces, la antigua Casa Azul recobró su color blanco, tal como lo ordenara, en su tiempo, de su puño y letra el Cumanés Universal. Allí funcionan el Museo que Quito y el Ecuador le dedican, así como la Sociedad Antonio José de Sucre, presidida por Leonardo Moncayo Jalil. Sesionan cada 3 de febrero, aniversario del natalicio del Héroe. Hace un mes, dicha Sociedad develó, con justicia, el retrato de doña Carmela Barba Gómez de la Torre, promotora de aquel Museo, fallecida años ha, y se dieron a conocer, escritas por sus hijos, su biografía, por José María, también infaustamente fallecido pocos días antes, y la Historia de la Casa Azul, por Joaquín, documentos que fueron valiosa fuente para este artículo.

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