Hace más de cuatro años transformamos nuestras colecciones de arte precolombino ecuatoriano, en algo a lo que puedan tener acceso todos, tanto los ecuatorianos herederos de esa historia, como los extranjeros que visiten nuestro país.
Iván Cruz es el principal culpable de despertarme el bicho del coleccionismo, obsesión y pasión que en mi caso viene por el lado de mi abuelo Pedro Pablo Traversari, quien vivió para la música y el arte a comienzos del siglo anterior con limitadísimos recursos económicos, formó una colección de instrumentos musicales que ahora está en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Me siento aún mejor representado por estas maravillosas piezas, muchas de las cuales nos han acompañado a Concha, a mis hijos, a mis nietos y a mí por más o menos 40 años. Ellas han sido testigos de nuestras vidas y en su compañía nos han permitido ser testigos de la suya, de su historia y de la Historia.
Desde esta nueva casa ellas van a continuar mirando el pasar del mundo y la vida, siendo testigos importantes de lo que sucede alrededor nuestro en este nuevo hogar en el centro de Quito.
Algunas de ellas han visto pasar 5 000 años o más y fueron testigos del fin del mundo de quienes las hicieron. Pero las Venus de Valdivia o los “astronautas” de Chorrera siguen mirando el mundo que no se acaba, el del sol que sale a la mañana y se acuesta a la noche. Ellas están aquí en este museo para ser miradas pero ellas miran y cuentan su historia con su propia voz.
Mi primer encuentro con el mundo del arte precolombino se dio cuando llegó a mis manos el vaso Chorrera, que está ahora en la sala de arte número 22 de este museo. Lo encontré tan hermoso, tan fino en su concepción y en su acabado y tan moderno y actual que fue un amor a primera vista, que en el arte, sí existe.
La Casa del Alabado tiene más de 5 000 piezas. No se debe ver al museo solamente como un lugar donde se exhiben piezas hermosas. Un museo es un lugar para aprender, una plataforma desde la que se puede hacer investigación. El museo puede ser además un lugar de diálogo y experimento que acoja colecciones, exhibiciones y objetos de otras partes del mundo.
La colección completa ha sido clasificada y digitalizada de acuerdo con normas internacionales y que la página web del museo está ya en el Internet. Qué mejor manera de compartir y conversar con el mundo entero interesado en el arte y la historia.
Hubo dudas sobre el sitio de Quito donde debía ir el museo. Pero pronto decidimos que La Casa del Alabado era el lugar ideal. Es una casona colonial de 1671, otro representante de los orígenes históricos del Ecuador. Qué maravilloso que nuestro museo esté alojado en un lugar que, por sus propias cualidades, es digno de visita.