‘Si no quieres que más gente nos escriba desde el cielo, súmate a la marcha-funeral este jueves a las 17:00 horas. Ven vestido de negro, necesitamos tus firmas para reformar el Código Penal’, dice la convocatoria firmada por la Fundación Vicente Sarmiento, nombre del joven que murió en Guayaquil por una sobredosis de escopolamina.
La Fundación fue creada para advertir a las autoridades que la delincuencia y la inseguridad se instalaron en el país. Fue creada en medio del dolor de la familia Sarmiento Ledesma por la muerte de su único hijo, a quien llamaban ‘Vichito’.
Sin desafiar al poder político, el padre lideró una campaña extenuante. Viajó a Buenos Aires para tomar contacto con la Fundación Axel Blumberg, creada también por un padre que perdió a su hijo durante un secuestro y que conmovió a esa sociedad hasta obligar a los indolentes legisladores a que cambien las leyes benévolas con la delincuencia.
Loable actitud de un padre que lucha incesantemente para evitar que la muerte de su hijo sirva solo como un dato estadístico. Difícil la misión en medio de un ambiente de euforia política electoral, que parece ser lo único que importa.
La fiesta de la delincuencia se vive a diario, los métodos son cada vez más violentos, crueles, pasa factura incluso a ex funcionarios que ahora tienen que vivir la realidad de ser simples ciudadanos, sin escolta especial.
La violencia afecta a César Guanoluisa. El poder político seguramente desconoce quién es el señor Guanoluisa, una persona no vidente que hace un par de años fue asaltado en La Marín, un barrio donde todos saben que arrecia la delincuencia, pero nadie hace nada.
A Guanoluisa, aparte de su mochila, de un capital de USD 30 que había logrado tras vender caramelos, le robaron su bastón que cuesta USD 25. Le dejaron sin su principal herramienta para movilizarse por las calles. ¿Existe compasión de los delincuentes por los ciegos? No. ¿Los políticos se toman en serio este percance? Mejor vamos a las urnas, el dinero sobra.
“Hola papito, leí la carta que le enviaste al Presidente de la República y lloré; aunque aquí es prohibido estar triste, entendí tu dolor e impotencia y quise bajar y abrazarte’” dice una parte de la ‘Carta desde el cielo para mi padre’, atribuida a ‘Vichito’ quien, al igual que el hijo de Rómulo Barcos y de muchos niños caídos bajo esta absurda violencia, claman por justicia.
Al convocar a la marcha, la Fundación Sarmiento nos recuerda que los delincuentes son pocos y que las víctimas son muchas. Es probable que, por miedo, algunas personas no hagan el recorrido en la Nueve de Octubre, lo importante es la actitud, la solidaridad. Que este esfuerzo sea el inicio de la lucha contra el crimen organizado que, lamentablemente, entró como metástasis en el núcleo de la sociedad.