El bullicio de la ciudad más poblada del planeta fue interrumpido por el cantar de unos cuantos pajaritos juguetones que entonaban su música de festival. En México se abrieron los álamos para el gran festejo ecuatoriano para recibir el monumento a Benjamín Carrión. Fue la mañana del 24 de mayo, en el sector de la plaza de la Santa Veracruz, a una calle del Palacio de Bellas Artes y al frente del Museo Franz Mayer.
Una ceremonia cargada de cariño, admiración y recuerdos. Bajo un sol placentero y ameno se desenvolvió la ceremonia para inaugurar la escultura. El Embajador de Ecuador en México, Galo Galarza dijo que Carrión no solo debe ser valorado por su importante obra literaria, sino también por su lucha y defensa de las causas más justas y democráticas. Expresó que el autor de Ahahullpa es el intelectual ecuatoriano más importante del siglo XX y quizás el latinoamericano que más quiso a México.
Pedro Filiberto Ramírez Ponzanelli es el escultor, lo presenta al escritor sentado frente a una mesa jugando una partida de ajedrez, “allí esta el abuelo con su clásica sonrisa franca de hombre sabio y presto a iniciar una larga conversación”. Se ha colocado atrás la frase del intelectual que dice: “Seamos una potencia de cultura, porque para eso nos autoriza y alienta nuestra historia”.
El querido y generoso embajador Galarza explicó que esta estatua no es el de la “clásica imagen del prócer montado en el corcel o empuñando la amenazante espada o coronado de laureles” para luego resaltar la suave y dulce expresión del rostro y la actitud corporal de este ser extraordinario.
Se trata de un gran orgullo, una sensación de plenitud humana. Sentir la suave patria en medio del tumulto del ámbito nacional, sentir el Ecuador vibrando a pesar de los jaleos circunstanciales es emocionante. Un Ecuador que se lleva bien, que canta, baila, pinta, escribe, sueña. Saber que corazones lejanos reconocen y recuerdan con una generosidad maravillosa conmueve hasta las lágrimas, sentir que manos extendidas están listas para el abrazo y el reconocimiento.
Qué buenos han sido. Qué generosos se han manifestado. Ha sido una jornada vibrante. Debemos reconocer la presencia de las ministras María Fernanda Espinosa y Érika Sylva. De la entusiasta gestión del alcalde de Ciudad de México, Marcelo Ebrad. El papel protagónico de la regente del DF, Alejandra Moreno Toscano. Y, por supuesto, la obra sustancial del gran embajador que tenemos en México, Galo Galarza. La misión diplomática en ese país ha tenido lamentables padecimientos en períodos anteriores, ahora se ha levantado airosa. Ha logrado recuperarse gracias al diplomático e intelectual cargado de sabiduría, mística y profesionalismo.
Ahí estuvimos bajo el sol y los álamos, acompañados de la Pepé, hija de Carrión para darnos un abrazo de alborozo. Para celebrar junto a los pájaros de la plaza un canto de gratitud.