No existe, el sabio tampoco. Si fuera sabio no se metería en política, si fuera perfecto tampoco. La idea, a pocos días de las elecciones es tratar de encontrar algunas virtudes de los ocho que van a disputar la Presidencia de la República. Al hablar de virtud me refiero a lo positivo, porque para hablar de los defectos todos lo han hecho durante la fastidiosa campaña y los escasos debates registrados.
En redes sociales intenté interactuar para que la gente hable bien de su candidato y deje de lado el ataque a los otros; el ensayo duró poco, predominó la crítica contumaz. Con estos antecedentes intentaré en estas líneas hablar bien, aunque con una advertencia, no todos me resultan conocidos y como esto es de memoria intentaré desarrollar lo positivo.
El más joven es Iván Espinel que, supongo, es muy hábil para resolver ese rompecabezas tridimensional conocido como cubo de Rubik. Al menos así se presentó en el debate organizado por diario EL COMERCIO y no dudo que lo resuelva con el mínimo de movimientos. A Patricio Zuquilanda tampoco lo conozco porque coincide que mientras él fue canciller yo trabajaba en Brasil; pero lo vi frontal y con sólidos argumentos para aspirar a ser Presidente. Luego podría mencionar a Washington Pesántez, un hombre que se expresa bien y que académicamente perece estar bien preparado.
Ahora vienen los cinco restantes, que son más conocidos o más experimentados en materia política. Comenzaré por Guillermo Lasso, tal vez el candidato que lleva más tiempo como tal y que se caracteriza por decir las cosas de forma directa, como por ejemplo, un millón de empleos y la derogación de la Ley de Comunicación. Al general Paco Moncayo lo conocí durante la Guerra del Cenepa y luego como alcalde de Quito. Solo esas dos menciones serían suficientes como para no tener nada más que decir, pero es verdad que tiene mucho más méritos que los expuestos. De Cynthia Viteri destaco su valor para enfrentar los ataques que recibe de sus adversarios, muchos de ellos cargados de misoginia. Si para un hombre honrado es complicado meterse en política, ni se diga lo que debe afrontar una mujer.
A Lenín Moreno lo conocí cuando fue vicepresidente, tuve la oportunidad de conversar dos o tres veces con él y pude apreciar su sensibilidad en materia social por su apoyo frontal a las personas con discapacidades físicas. Las misiones solidarias las llevó a cabo con esfuerzo y dejó sembrada la semilla. Y no por un afán deliberado de dejarlo para el final, pero debo reconocer que si hay un candidato que me sorprendió por su agilidad mental es Abdalá Bucaram Pulley. Imposible no referirse a su padre, con la diferencia que tiene mucho menos resistencia. Buena suerte a todos los candidatos, ya habrá tiempo para hablar mal, especialmente del que gane las elecciones.