El candidato

Frente a la situación prevaleciente lo único efectivo es ganarle las elecciones a Correa, teniendo en cuenta que solo falta transcurrir 18 meses para la elección presidencial.

Como no es posible imaginar que habrá“correísmo” sin Correa, está claro que ya existe un candidato que irá por la reelección, mientras aún no se aglutinan alrededor de un líder las fuerzas patrióticas que no están conformes con el Gobierno actual. El tiempo político siempre va más rápido que los planes y programas, por lo que es urgente hacer un programa mínimo de gobierno para luego escoger un candidato con un proceso ágil, incluso mediante primarias que diriman a los aspirantes. Esta propuesta supone que haya renunciamientos pensando en el país y no en intereses personales por justificados que sean.

Un escenario previsible, si no se hace algo distinto e imaginativo, será que en enero 2013 el presidente Correa competirá con por lo menos cinco candidatos de las fuerzas opositoras, en cuyo caso será reelecto, sin duda alguna, en la primera vuelta. Frente a esta posibilidad lo sano para la democracia es crear un fuerte contrapeso que sea capaz de alcanzar los votos suficientes para clasificarse a la segunda vuelta, de modo que la dirimencia nacional sea entre quienes no deseen que Correa continúe gobernando y quienes sí quieran.

El país está cansado de la turbulencia permanente que consume las energías nacionales en peleas absurdas, está harto de los enfrentamientos continuos, por lo que la demanda electoral será de alguien sereno, ecuánime y respetable.

El candidato viable debe tener características distintas al Presidente actual para marcar la diferencia y atraer al electorado hacia una nueva forma de gobernar, sin extremismos ni populismos facilistas, pero atendiendo al sentir de la gente común, a sus necesidades y aspiraciones justas, doliéndose de la pobreza de la gente. Debe ser un líder creíble y conocido porque ya no hay tiempo para candidatos improvisados o espontáneos que surjan a última hora. Se necesita un político peso pesado para enfrentar con posibilidades reales.

Obviamente deberá ser una persona ya prestigiada por su honestidad, su formación intelectual en las ciencias del Estado y su experiencia demostrada a través de una vida limpia y correcta. Debe ser alguien que no tenga resistencia en el país ni muchos votos duros en contra, no comprometido con ningún grupo económico ni financiero, que se proyecte como un gobernante apto para tomar decisiones firmes y efectivas para disminuir el número de ecuatorianos pobres. El pueblo ya no soportará extremismo alguno, por lo que es imperioso un candidato con experiencia, independiente y con ideas socialdemócratas, que se duela del país y que gobierne para todos con respeto a las libertades.

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