Un video difundido por el Gobierno la semana pasada desacreditaba a los líderes políticos que plantearon la posibilidad de un candidato único y un programa de consenso. Entre los participantes estuvieron un ex presidente, asambleístas en funciones, ex diputados, ex directores de partidos políticos; sin embargo, el locutor del video decía con sorna: “ahora resulta que han sido líderes…” más adelante el video mostraba las diferencias que esos líderes habían tenido y rescataba las frases y adjetivos que se habían endilgado en el pasado unos a otros, para concluir: “Con tal de ir contra Correa, todo vale”.
Algunos le atribuyen el contenido de ese video al Presidente de la República por ser el aparente beneficiario; otros le atribuyen al Secretario de Comunicación por ser quien ordena la difusión, y otros atribuyen a periodistas que trabajan en el sector oficial.
Parece censurable que, con dinero y facultades del Estado, se haga propaganda electoral anticipada. Parece contradictorio que se ponga en duda la calidad de líderes de los políticos interesados en la unidad y, al mismo tiempo, se les dé tanta importancia que justifique la difusión del video aludido. Parece absurdo que se tomen el trabajo de buscar en los archivos las diferencias que han tenido en el pasado. Si dialogan y buscan consensos es porque tienen discrepancias, la unidad consiste en buscar entendimientos deponiendo diferencias e intereses personales.
Es poco probable que lleguen a un programa de consenso y a un candidato único, por eso resulta sorprendente que se preocupen tanto del diálogo por la unidad y consideren que está dirigido en contra de Correa, cuando dicen que no es candidato todavía. No tienen candidato pero ya tienen campaña. Los miembros del Consejo Nacional Electoral estarán pensando a quién atribuir los costos de ese video pues no se parece a informe de obras ni a rendición de cuentas.
La vieja partidocracia justificaba la devolución del gasto electoral, diciendo que la campaña electoral estaba dedicada a la presentación de programas de gobierno, que las organizaciones partidistas eran escuelas de líderes, centros de estudio de la realidad nacional y talleres de formación de cuadros de gobierno. Nada de eso queda en los movimientos políticos. Los candidatos son seleccionados entre los famosos, en la farándula más que en la academia. Los recorridos por provincias se parecen a espectáculos de entretenimiento más que a la presentación de programas de gobierno. Cánticos, música y sainete; insultos, mofa de los adversarios y baile, es el programa que se presenta ante un público atraído por el bocadillo y el refresco. Bueno sería que en la campaña se discutiera acerca de los problemas del país y sus soluciones, que cada candidato hablara a favor de sí mismo y no en contra de los adversarios.