‘La estupidez tiene los pies ligeros y ni siquiera roza el suelo, pero camina sobre la cabeza de los hombres para su perdición” (Alessandro Baricco, Ilíada, página 142), frase que sin duda se ajusta a muchos políticos y, fundamentalmente, cuando se hallan en ejercicio de la función para la cual han luchado y obtenido los votos. Si a esto se agrega que casi todos los gobernantes (no me refiero a estadistas), no ven el futuro, ya que viven zambullidos en el presente, el destino de las naciones corre peligro de llegar en buenas condiciones a las siguientes generaciones.
Existen mandatarios que adoptan decisiones duras y tal vez ajenas a su íntima convicción, pero positivas para la nación que gobiernan. Decisiones con visión de futuro y de renunciamiento a intereses particulares. Este podría ser el caso del presidente Juan Manuel Santos, quien, a pesar de haber sido un enconado enemigo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, ha resuelto sentarse a conversar con sus dirigentes, para intentar llegar a un acuerdo de paz. Esta voluntad de diálogo es la cuarta que se da en los últimos 30 años, pero ahora parece cercano un acuerdo ya que la agenda acordada por las partes incluye poquísimos puntos, entre otros, la reparación a las víctimas, desarrollo agrario, legalización de las drogas, conformación de una comisión de la verdad, reconocimiento político a las FARC. Obviamente que la población aprueba este paso para dar por finalizada la guerra entre colombianos que tantas víctimas ha causado.
Se conoce que existe voluntad de las partes involucradas en alcanzar la paz. Solo basta revisar la lista de los representantes del Presidente en la comisión, para darse cuenta que hay decisión política del gobernante (ha nombrado a uno de sus hermanos, para que concurra a la mesa de negociaciones). Los guerrilleros, por su lado, han declarado en varias oportunidades en los últimos días, a pesar de que el ejército regular de Colombia mató al número dos de la FARC, su intención de sentarse a conversar y obtener un resultado positivo para ese país. No es un secreto para nadie lo difícil que será alcanzar un acuerdo de paz, sobre todo si se recuerda lo fácil que es reiniciar una guerra que ha dejado grandes pérdidas para la sociedad colombiana. Los muertos están enterrados en todos los departamentos (provincias) del vecino del norte. La sangre manchó a toda la nación.
Las negociaciones que se avecinan serán duras, dolorosas y frustrantes, pero en caso de alcanzar la paz, será gratificante para un pueblo que ha vivido en guerra. Lo complicado será para los sobrevivientes y los familiares de las víctimas, quienes deberán superar los traumas, heridas y resentimientos generados por un largo conflicto bélico.