Un cambio sustantivo en Ecuador es el cambio de élites. Hay nuevas élites, no sólo porque en las entidades públicas se reemplaza a los sectores antes predominantes, sino porque en varios dominios de la vida social hay nuevas élites. No tanto porque hay nuevas generaciones en los puestos decisivos del Gobierno, sino que hay nuevas ideas y actitudes en sus funciones.
El cambio más importante venía de antes. Los círculos que generaban élites del Gobierno, economía, cultura, del mundo intelectual, o del deporte, provenían de círculos bien establecidos en proveer ideas, visiones de futuro y de presente o de tradición. Eran círculos en contienda de propuestas y de formar gente, como los círculos católicos (jesuitas y otros) frente a los cuales la revolución liberal creó colegios realmente laicos, cercanos a la izquierda o a los masones. Pero desde los 70 perdían identidad y predominio. Se multiplicaron otros ámbitos, incluido con el rol de ONG, además del decisivo proceso de integración nacional por el que personas de todas las provincias se mezclan e integran en ciudades y polos de crecimiento. Se rompieron los límites locales, provinciales y regionales, al igual que las barreras sociales, pues contrariamente a discursos hechos, el Ecuador de la reforma agraria, del petróleo y de la protesta social fue también de movilidad social. Los “señoritos” y “señores” de ayer perdieron poder. Así, el cambio de élites ya venía desde antes, la apertura actual a puestos públicos, por conveniencia política, permite un cambio de lugartenientes en puestos clave. Pero la llegada de nuevas élites a la economía y diversas actividades siguió otros caminos.
En el fondo es una rotación de élites, los que ayer no tenían chance han llegado, pero no es un cambio de fondo en la sociedad, retoman las pautas de antes, con lógicas de imposición sin saber que lo fundamental para permanecer como élites es construir razones para ser parte de la sociedad renovada. Es un cambio de élites sin proyecto.
¿Qué pasará con los nuevos llegados cuando el Gobierno actual no esté más? Un analista agrario ruso analizaba la revolución rusa como exitosa porque precisamente significó un cambio de élites. En efecto, el corte ahí fue radical, y los nuevos llegados tenían pasión por defender su lugar, un medio de vida y de prestigio.
Este tipo de cambios genera “un vacío generacional”. Los nuevos llegados para afirmarse destruyen la experiencia de la generación anterior y crean distancia de esta. Lo mismo con los que vienen atrás, pues les privan de palabra y de poder llegar a ser. Destruyen así el sentido de la experiencia colectiva. Mañana puede venir un choque de generaciones aún más fuerte que el actual. Una nueva disputa para otra rotación de élites .