De Cádiz a Cádiz

Hoy se cumplen doscientos años de la Constitución de Cádiz de 1812.

Esta efemérides cobra especial relevancia en Ecuador porque en su redacción participaron ilustres personalidades como Olmedo, Rocafuerte o Mejía y porque el proceso constituyente que abrió la era del Liberalismo en la Península es contemporáneo a la aprobación en Quito en febrero de 1812 del Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el Estado de Quito.

Con la vista en ese referente histórico, Cádiz, una de nuestras ciudades más americanas, acogerá en noviembre la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno bajo el lema “Una relación renovada en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz”.

Tiempo ha pasado desde la primera Cumbre Iberoamericana de Guadalajara de 1991. Entonces América Latina acababa de superar la denominada “década pérdida” y España y Portugal, consolidadas sus transiciones hacia la democracia, miraban hacia el continente americano con ilusión renovada. Nuestras sociedades han avanzado estos años sobre la base de los principios de la Constitución de Cádiz y de las constituciones americanas de principios del siglo XIX: soberanía nacional, libertad individual, representación, separación de poderes, igualdad ante la ley. A la consecución de estos logros han contribuido instituciones vinculadas a las Cumbres iberoamericanas, fortaleciendo identidad y promoviendo la solidaridad intrarregional con respeto a la especificidad de cada uno de los miembros de la heterogénea y diversa comunidad.

Iberoamérica es hoy una región más democrática y con mayor cohesión social. Una región integrada por unos Estados muy alejados de aquellas “repúblicas de aire”–concepto que para agitar las conciencias de los americanos de la primera generación de la independencia acuñó Simón Bolívar- y con los que España tiene el privilegio de tener una relación muy estrecha.

España quiere que la Cumbre de Cádiz, doscientos años después de la cita de 1812, tenga como aquella un carácter innovador. Para ello y de acuerdo con el resto de países miembros ha planteado un programa de trabajo que abordará temas tan capitales como la inversión en infraestructuras, el apoyo a las Pymes, el papel de las políticas públicas y de la institucionalidad en nuestras democracias renovadas o la generación de empleo.

Este es un buen momento para recordar a la comunidad internacional la fuerza de 600 millones de personas que viven en dos continentes y se entienden en solo dos lenguas. Estoy seguro que Ecuador, país en el que he tenido el honor de representar a España estos años, dejará oír su voz en momentos de renovación de nuestro compromiso con el fortalecimiento de la Comunidad Iberoamericana.

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