De cabeza/soponcio

Ecuador no termina de pasar otra vergüenza innombrable, los politiqueros, estrellas de la década que nos venció, jugando a perseguidos y persecutores. No se esclarecen aún los casos, acosan nuestra memoria con un escándalo tras de otro, todos sobrepasan los límites de la lógica y, como sabemos, aparecerán más, y los anteriores no se esclarecerán. Estamos en estado de soponcio, el tiempo pasa, olvidamos los primeros, desesperados por entender los nuevos episodios de una novela cuyos capítulos aumentan en dramatismo sin solución ni justicia aplicada en el futuro inmediato. La justicia no existe, así de simple, para los abusadores de un pueblo que cae en desesperación. Incrédulos, en estupor, vemos los sucesos. Hay casos por veintenas, hay los documentos que prueban, los encierran, los destituyen, comienzan juicios por doquier, van de juez en juez, cambian los juzgados, hasta ahí llegan las acciones.

Se aplaude una nueva cabecilla gracias a los vaivenes de los carteles políticos. Es verde de pies a cabeza, un comodín para las diferentes facciones, los de siempre hombro a hombro con la mayoría de politiqueros. Los de hace mucho, los de la década perdida, los de hoy, quienes atrevidos forman un solo puño para defender lo indefendible, lo innombrable, lo inimaginable: la corrupción. Las oscuras negociaciones, las uniones y reuniones nos traen de cabeza en su vergonzosa defensa de lo insostenible. Olvidaron, en cuanto ocuparon sus curules, que se deben al mandante. Juraron ante él y por él, se comprometieron. Hoy, sin desmelenarse siquiera, canjean su honorabilidad para utilizar al continuismo de los partidos de antaño y del gobierno de turno. Así, descaradamente, relegaron su deber para protegerse entre ellos sin importarles en lo más mínimo el derrotero de la mayoría, quienes pagan no sólo sus sueldos y sus muchas comodidades, obtenidas a través de lo que ahora llamamos sin miedo, sus espacios de interés.

Hay acción, habilidad para cínicamente dejar libre a la corrupción, protegiendo intereses de minorías con cargos políticos jugando con el tablero. Embaucan y tienen a disposición a la más apta para la lograr la meta, cueste lo que cueste.

Amorales y anti éticos, los políticos de hoy velan por sí mismos, sin importar el futuro de la nación.

Veremos todo de cabeza, el mundo al revés, en estado de soponcio. De cabeza la Asamblea, la Vicepresidencia, la Cancillería, la misma Presidencia, pero bien encubierta en frívolas promesas. El país en una resbaladera de mentiras y dobleces. Hace una década dijeron que acabarían con el sombrío pasado, hace meses hicieron suya la victoria y el mandatario juró acabar con la corrupción, luego vino un sí rotundo que equivocaron por triunfo y hoy hacen del país su territorio donde no hay ley ni justicia.

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