Las últimas semanas han sido de plácemes para la comunidad universitaria ecuatoriana. Además de abrir una puerta que permaneció cerrada un buen tiempo con el Gobierno, algunas instituciones acumulan más reconocimientos externos a su gestión académica. Eso se recoge en rankings internacionales recientemente publicados que ubican a centros educativos nacionales, públicos y privados, en lugares que hasta hace unos años era difícil estar. Y eso también se repite con las escuelas de negocios bajo la tutela universitaria.
Si bien desde el Régimen se decidió -con aciertos y errores- impulsar la calidad educativa, desde las instituciones no se descuidaron en mantener proyectos y canalizar inversiones orientadas a trabajar en investigación, proyección internacional, transferencia de conocimiento, certificaciones de calidad, competitividad, productividad.
Mientras mejor le vaya a la universidad, mejores perspectivas se pueden proyectar para el desarrollo del Ecuador. Aquí es donde efectivamente puede tomar impulso la tan ansiada ‘triple hélice’ por la innovación. Es decir, que interactúen universidades, empresas y gobierno hacia objetivos concretos.
En Latinoamérica y el Caribe tres países encabezan el índice de innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI): México, Costa Rica y Chile. Sin embargo, el número de solicitudes de patentes internacionales de nuevos inventos presentadas por países latinoamericanos en el 2015 permaneció casi igual que en el 2014, sin crecimiento. La Universidad Autónoma de México es la institución de América Latina que más patentes registra, con un promedio de 17 por año, según datos oficiales de OMPI.
Ahí está planteado el reto para la universidad, más aún cuando desde iniciativas privadas se quiere que Ecuador cambie al mundo, con la participación de mentes innovadoras.
Los innovadores de todo el planeta presentaron cerca de 2,9 millones de solicitudes de patente en 2015, lo que representó un 7,8% de aumento frente al 2014. Allí debemos estar.