El vendaval económico y político en el cual andamos sumidos mantiene la atención enfocada en nuestra pequeña realidad. Podemos tender a no seguir uno de los eventos internacionales más relevantes, el Brexit (la unión de las palabras ‘Britain’ y ‘exit’, aludiendo en inglés a la salida de Inglaterra de la Unión Europea, UE).
El 23 de junio, los ingleses están convocados a un referéndum sobre el mantenimiento de su membrecía a la UE. Por supuesto, las consecuencias de una salida son tan enormes que tienen a todo el planeta especulando y analizando cada arista del Brexit.
Las últimas encuestas son espeluznantes. El mantenimiento de la membrecía le gana por un punto porcentual a la salida (45% versus 44%). Sin embargo, últimamente las casas de apuestas son tomadas como mejores predicciones de los resultados (“si estás dispuesto a poner tu plata en un sentido es porque estás seguro de tu posición”) y tratándose de la cultura bursátil inglesa, el mundo les da aún más importancia. Las apuestas están entre un 70% a 78% a que Inglaterra se mantendrá, es decir, hay poca esperanza que el Brexit se concrete.
Pero, ¿cuáles son las lecciones que nos deja este evento, independientemente del resultado? Primero, no podemos ignorar la enorme calidad democrática de Inglaterra. Se trata de un país que está dispuesto a someter cambios ciclópeos de su futuro a las urnas y asumir sus consecuencias. Ya lo demostró en septiembre del 2014 con el referendo sobre la independencia de Escocia y ahora vuelve a confiar en su pueblo para tomar una decisión trascendental.
Segundo, a pesar de los anteriores piropos, no se puede obviar el hecho que la posición anti Europa ha sido secuestrada por el discurso populista. El problema de la migración no puede imputársele a la UE, si Inglaterra no es parte del tratado Schengen. Tampoco puede achacarse al euro los problemas económicos, puesto que ellos han mantenido la libra esterlina. Pero los populistas han logrado vincular en las mentes del electorado la UE con los problemas de seguridad y económicos.
Entonces hay que acudir a ver el realpolitik, las razones reales para que se presione por la salida de la UE. Todo apunta a que es un movimiento para que Londres siga siendo una potencia en la industria financiera. La UE luego de la crisis del 2008 empezó a aprobar medidas de estabilidad bancaria, transparencia y de reducción de los riesgos sistémicos que les serían aplicables a los bancos ingleses. Pero el éxito global de estas instituciones financiaras radicaba precisamente en que operaban sin una supervisión verdadera y sin estar sujetos a normas que defiendan el interés público frente a sus intereses particulares.
Así, parece que el interés detrás de toda esta campaña anti UE está en los bancos que no quieren abandonar sus privilegios.