Marta vive muy deprimida desde el 12 de mayo, cuando la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida de sus funciones para responder a un juicio de inhabilitación ante el Senado. Llora cada vez que escucha noticias políticas, omnipresentes en Brasil.
La frustración de esta economista sexagenaria, que pidió no dar su nombre, es compartida por muchos que, sin ser militantes del Partido de los Trabajadores (PT), gobernante desde 2003, integran una izquierda que participó en el proceso que sacó de la pobreza a más de 10 millones de familias brasileñas y alentó sueños de un país más próspero y menos desigual.
El fin de uno de los raros períodos en que la izquierda ostentó el poder en Brasil, no se celebra con euforia entre los nuevos gobernantes de centro-derecha. La coalición circunstancial de más de 20 partidos hereda una recesión económica que ya dura dos años, más de 11 millones de desempleados y un déficit fiscal que limita las acciones gubernamentales. En ese contexto, se buscan ya nuevos caminos para la izquierda en Brasil, aunque teóricamente Rousseff puede recuperar la Presidencia, si el juicio político en su contra no culmina con la votación de dos tercios de los 81 senadores a favor de su destitución.
Un Frente Político “con su centro de gravedad en la izquierda” es la propuesta de Tarso Genro, dirigente del PT que fue ministro de Justicia y de Educación durante el gobierno del fundador y líder del partido, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
“El Frente significa un influjo ‘de fuera hacia adentro’ para que el PT se reforme en un proceso de cambio de su sistema de alianzas. No creo que una disputa interna, por los mecanismos tradicionales del partido, pueda transformarlo tan profundamente como es necesario”, justificó.
En su opinión es la única vía para “regenerar” al PT, que tuvo varios altos dirigentes y parlamentarios involucrados en escándalos de corrupción, varios de ellos ya condenados. Las alianzas con partidos conservadores y clientelistas son otros errores en que el PT habría incurrido para conquistar y mantener el poder.
“Es necesaria y válida una autocrítica del partido”, admitió Genro que defiende una “refundación” del PT.
Una duda es si le tocará al PT regenerarse y seguir dictando los rumbos de la izquierda en Brasil o si la crisis lo debilitará al punto de abrir paso a otras fuerzas políticas en las corrientes progresistas.
La llamada Operación Lava Jato (autolavado de vehículos) que investiga hace dos años la corrupción en los negocios de la empresa estatal Petrobras sigue destruyendo carreras políticas, después de encarcelar decenas de empresarios y directores de la petrolera. No se descarta que en cualquier momento Lula sea enjuiciado y encarcelado, acusado como beneficiario de fondos de Petrobras desviados por grandes constructoras. En ese caso probablemente no podría ser candidato en las presidenciales de 2018, como anticipó que pretende.