No recuerdo si la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) presentó alguna vez un repertorio de obras exclusivas del alemán Johannes Brahms (1833-1897). Ocurrió recién, el 29 de julio, en la Casa de la Música, bajo la dirección del maestro Álvaro Manzano. La fecha es importante porque marca la perfección en materia de programación o de repertorio sinfónico. Averigüé que quien diseñó el programa fue Manzano, que como todos sabemos, es uno de los más importantes directores musicales, un perfeccionista y conocedor de todos los períodos y las obras de los compositores clásicos. El buen gusto para presentar un programa no es que se alcanzó en los últimos días de julio del 2016. Desde que el maestro volvió a tomar la batuta de la OSNE se aprecia un cambio importante que no quería dejar de observar.
Cuando de Brahms se trata tal vez no sea muy objetivo, porque admiro toda la obra del gran compositor de Hamburgo. Quienes aprecian a Brahms tal vez sintieron que en el repertorio faltó por lo menos una de sus cuatro sinfonías. Sin embargo, todo lo que tocaron los músicos esa noche fue de excelencia. En una conversación informal durante el intermedio del concierto, un apreciado músico de la OSNE me comentó que, debido a ese gran potencial que ahora tiene la OSNE en las cuerdas, debería tocar más obras de Brahms. Tiene toda la razón.
Veamos qué tocó la Orquesta esa noche para entender mejor la grata impresión que sentí. Comenzó con lo que muchos conocen como las ‘Variaciones sobre un tema de Haydn’, pero que según los expertos lo correcto sería ‘Variaciones sobre un tema para San Antonio’. A continuación Manzano decidió interpretar cinco de las 21 danzas húngaras compuestas por Brahms, y lo hizo desde la 1 a la 5, realmente una gran idea.
Lo más importante del repertorio fue al final con el bello y romántico ‘Doble concierto para violín, violonchelo y orquesta’, opus 102. Una obra muy difícil de interpretar que requiere siempre de la presencia de solistas del mejor nivel. En el violín, el ruso Andrey Baranov que, pese a su juventud, ha tocado en los más famosos escenarios mundiales. El chelista fue el ecuatoriano-español Francisco Vila, un virtuoso que ha recorrido varios países y obtenido importantes premios.
El ‘Doble concierto para violín y violonchelo’ fue compuesto por Brahms en el verano de 1877 y lo estrenó, bajo su dirección, en Colonia el 18 de octubre de 1877. Lo curioso que quienes tocaron durante el estreno fueron los destinatarios de la obra: el chelista Robert Hausmann y el violinista Joseph Joachim, con quien Brahms había tenido un desagradable desencuentro. Ese concierto, de una belleza extraordinaria, nunca cautivó tanto como los dos de piano o el de violín, pero con el paso de los años se convirtió en obra muy valorada.
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