Cuando los dictadores totalitarios Adolfo Hitler, de los nazis y José Stalin, de los soviéticos, decidieron engullirse con idéntico maligno apetito imperialista el territorio de Polonia, estalló la Segunda Guerra Mundial.
Pese a la inferioridad numérica y de armamentos, los agredidos opusieron heroica resistencia, pero al cabo de 4 semanas de lucha, sucumbieron. Fueron hechos prisioneros 4 443 oficiales (Plaza-Janés) del ejército polaco y desde entonces un denso velo de misterio ocultó lo que había sucedido con ellos.
De hecho un gobierno en el exilio, prooccidental, que se formó en Londres interrogó muchas veces a los soviéticos; ellos sugirieron más bien que habían sido liquidados por los alemanes, pero una comisión de la Cruz Roja Internacional demostró que la masacre había sido obra de la URSS, al encontrar fosas comunes en el bosque de Katyn, a poca distancia de la ciudad de Esmolenko.
Fue necesario el baño de la verdad que promovió Mijail Gorbachov, para que recién el 1990 los soviéticos admitieran la verdad sobre el macabro destino de aquellos oficiales.
Con motivo de cumplirse los setenta años del cruel episodio, el Presidente de Polonia viajó para rendir homenaje póstumo a los oficiales sacrificados, pero no lo pudo hacer: el viejo avión en que volaba junto con casi un centenar de integrantes del Gobierno y algunos parlamentarios, se estrello hace una semana en el bosque de Katyn y provocó la muerte de todos los ocupantes.
El mandatario fallecido, Lech Kaczynski, había sido acérrimo nacionalista y uno de los dirigentes del famoso sindicato “Solidaridad”, encabezado por el casi legendario obrero Lech Walesa, en los años ochenta del siglo anterior, dentro de los astilleros de Danzig, primera semilla del multitudinario movimiento que daría el traste con el férreo régimen comunista, secuela del conflicto mundial y de las peores peripecias de la llamada Guerra Fría, entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica.
El Presidente de Polonia recientemente fallecido, Lech Kaczynski era dentro del caleidoscopio político de su país, líder del Partido de los Campesinos y en diversos momentos no había ocultado el desacuerdo con el desempeño del Primer Ministro, Tusk, a quien se le cataloga como un fervoroso internacionalista, entusiasta además de la Comunidad Europea; la zona monetaria del Euro y los proyectos de una integración cada vez más profunda, con los demás socios del bloque. Recuérdese por supuesto, que la estructura del Gobierno polaco es típicamente parlamentaria, lo que permite entender muchas de las peculiaridades y sutilezas de esa política interior.
En fin, más allá de cualesquiera otras elucubraciones, queda evidente la ominosa característica del bosque de Katyn, escenario clave lo mismo en 1940, que ahora en el propio 2010.