El bono demográfico

En el censo del año 2010, la edad más común en el país era 10 años. Eso significa que de cualquier otra edad había menos gente que de 10 años. Y en una década, cuando esos niños lleguen a ser adultos, esto tendrá efectos muy profundos en la población y en la economía del país.

Puede ser que el alto número de niños de 10 años reportado en el censo (338,369) esté algo inflado por el redondeo (la gente tiende a redondear su edad en múltiplos de 10), pero en cualquier caso, parece evidente que desde hace una década, cada año nacen menos niños en el país.

A mediano plazo, cuando esos niños empiecen a buscar trabajo, el país tendrá un enorme reto y una inmensa oportunidad. Hay que diseñar las políticas para poder aprovechar esa oportunidad.

En ese momento, hacia el 2020, el Ecuador empezará a disfrutar de un “bono demográfico”, que es un fenómeno que ocurre cuando hay una gran proporción de la población entre los 20 y los 65 años, es decir, muchos en edad de trabajar, pocos viejos y pocos niños.

Y el bono demográfico es un fenómeno que puede durar un par de décadas, luego de lo cual los jóvenes adultos de hoy empiezan a envejecer y la proporción de la población mayor de 65 años empieza a crecer.

Pero mientras dura un bono demográfico, los países tiene una gran oportunidad de crecer, gracias a una fuerza de trabajo abundante (en términos relativos). Y es importante diseñar las políticas correctas para aprovechar esa abundancia.

La China está terminando una etapa de bono demográfico y una buena parte del crecimiento de ese país en las últimas dos décadas se debe a la abundante población que alcanzó la edad de trabajar y, lo más importante, que consiguió empleo.

Para que el sector privado cree empleos, es necesario que las normas generen un ambiente propicio para inversiones, sobre todo para inversiones que necesiten de muchos trabajadores. Eso significa hacer lo opuesto a lo que se ha hecho en los últimos años, como desaparecer el trabajo por horas o aumentar fuertemente el salario básico.

Para que las empresas se atrevan a contratar más empleados, es importante que tengan la opción de despedirlos con más facilidad. Si alguien no sabe si podrá salir, nunca entrará en una habitación, si un empresario sabe que despedir a un empleado será caro, posiblemente no lo contrate. Y el mundo globalizado en el que vivimos exige más y más flexibilidad.

Si los niños de hoy no tienen la educación ideal para un mundo globalizado y cambiante, posiblemente consigan empleos mal pagados (hay que trabajar para impedir que eso ocurra), pero si el mercado laboral no tiene la suficiente flexibilidad, simplemente no conseguirán empleo y tendremos un ejército de vendedores callejeros y trabajadores informales que aportarán poco al crecimiento económico del país.

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