El blanco y el negro

Ante la desaparición de una figura tan inmensa, todo lo que se puede decir, ya ha sido dicho, y mejor. Tal vez, por la comparación dolorosa que nos toca, cabe mencionar la forma superior en como Mandela junto a Desmond Tutu manejaron la transición política de uno de los regímenes más inhumanos que la retorcida mente humana haya sido capaz de diseñar, hacia una democracia. Logro que se agiganta al ver que Uruguay, a 40 años de una dictadura absolutamente incomparable, todavía no ha logrado.

Millones de sudafricanos negros siguen viviendo en condiciones miserables, una violencia criminal azota al país, y muchas desigualdades e injusticias generadas por el apartheid, parecen seguir vigentes. El filósofo esloveno Zlavoj Zizek, uno de los pensadores más influyentes de la izquierda europea actual, publicó un texto en The Guardian un par de conceptos explosivos. "Si Mandela realmente hubiera ganado, hoy no sería un héroe universal". "No se animó a tocar los mecanismos del capitalismo y por eso nunca cumplió con las promesas de justicia social".

Más allá de su efectismo característico, Zizek refleja una sentimiento cada vez más en boga en círculos intelectuales, sobre todo en países desarrollados. Una visión que señala que el sistema "capitalista" actual, se aprovecha de una cobertura de libertad política y económica, de democracia formal, para encubrir un sistema de poder y dominación. Donde las masas son adormecidas por un cóctel de participación política, cierta mejora económica, y supuestas políticas sociales, que evitan enfrentar lo que serían los verdaderos maleficios del sistema. Esta visión, con matices, permea a buena parte de la izquierda latinoamericana, y resuena en los discursos de muchos dirigentes.

Esta visión, atractiva por su facilismo y tono conspirativo, adolece al menos de tres defectos. Primero que ignora las mejoras sustanciales que enormes capas de la población planetaria han alcanzado en períodos bastante cortos de tiempo al aplicar esta receta de democracia liberal y economía de mercado. Puede ser que algunos núcleos se hayan enriquecido en exceso, pero desde China hasta Perú, esa riqueza ha llegado a sectores que solo 50 años atrás vivían en la peor miseria. Segundo, ignora sospechosamente los resultados catastróficos que han vivido países que han optado por experimentos "socialistas" como los que algunos ahora vuelven a plantear. De Zimbabwe a Venezuela, hay infinidad de ejemplos de esto, que si bien Zizek y otros justifican como "venganzas" de los poderosos contra algún alumno desobediente, la realidad es que el caos y el derrumbe económico se debe al voluntarismo y al desprecio de leyes económicas básicas. Y tercero que, como todo producto humano, estos sistemas son imperfectos. Pretender que un sistema político o económico, planificado desde la cumbre por intelectuales va a crear el cielo en la tierra es absurdo e irreal.

La clave está en la estabilidad y visión a largo plazo de procesos políticos que respetan la individualidad humana, la igualdad de base de todos los ciudadanos, el derecho de cada uno a desarrollarse y alcanzar sus metas personales, sin que algún caudillo iluminado le marque el camino.

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