Columnista invitado
Se dice que no depende del poder que hayas alcanzado, sino de la sabiduría con la que lo ejerzas. Piensa la mayoría de los ecuatorianos que, hoy día, el Ecuador cuenta con un presidente cercano, propenso al diálogo, con una forma distinta y diametralmente opuesta lo que representaba su antecesor.
Sin embargo, cuando se analiza el comportamiento del presidente Moreno en los primeros siete meses de gobierno, saltan profundas dudas sobre los cambios de fondo, en la diferenciación que debe alcanzar el país si se quiere regresar al manejo prudente, incluyente y responsable.
Parecería ser entonces, que el gobierno del Presidente Moreno actúa en bicefalía ya que, por un lado (y solamente para mencionar lo ocurrido en el campo diplomático) se nombran embajadores en países tan importantes como Estados Unidos y Argentina a personas de corte pluralista, con una misión reconciliadora, se podría decir.
Pero, por otro lado y en momentos casi simultáneos, la cancillería, entre gallos y medianoche, decide concederle la ciudadanía a Julian Assange, un acto torpe e innecesario que ha provocado una reacción adversa y negativa para el Ecuador.
Percepción o no, el gobierno del presidente Moreno se maneja, hasta ahora, con dos cabezas que piensan y actúan de manera diametralmente opuesta.
Así las cosas, una gran parte de la ciudadanía no logra comprender e identificar al verdadero Moreno.
Es verdad, por el momento su gestión cuenta con un respaldo muy alto, pero que se debe en realidad a los resultados alcanzados principalmente en el manejo de los casos de corrupción. Cabe entonces la pregunta; ¿Qué debemos esperar de este presidente luego de ganada la consulta?
¿Quiénes esperan mucho, terminarán decepcionados? Posiblemente, será mejor no esperar nada.
Más de lo mismo o lo mismo disfrazado y maquillado para que se venda como producto nuevo. Quién sabe. La realidad es que el presidente Moreno tiene la oportunidad histórica de convertirse en el verdadero presidente del cambio, en el presidente que logró consolidar la democracia y que dejó para posteridad un Estado moderno, funcional, profesional, responsable y sobre todo democrático. Y, para que esto ocurra se necesita una sola cabeza, un solo discurso con un solo mensaje y que este sea fundamentalmente coherente. De lo contrario, seguirán rondando las dudas sobre la conducción del país.
Lenín Moreno tiene ahora el poder, está ahora en sus manos utilizarlo en beneficio del país y no de unos cuantos que pretenden pescar a río revuelto. Su sabiduría para manejar el poder se probará en los próximos meses. Hasta ahora, seguimos en la espera.