La aprobación en días pasados de la llamada Ley Habilitante, la cual otorga amplias facultades al presidente Chávez para gobernar por decreto durante 18 meses, puede tomarse como un atentado contra la democracia en América Latina e incluso como un virtual golpe de Estado.
Chávez se ha declarado dictador tras la aprobación de una norma que le faculta aprobar leyes por decreto. De esta manera, deja sin efecto todo lo que pueda hacer el nuevo Parlamento en términos de legislación y fiscalización.
El avance logrado por la oposición en las elecciones del pasado 26 de septiembre queda anulado. Aunque estos grupos no lograron un triunfo mayoritario, al tener 67 de los 165 escaños de la Asamblea, si tenían la posibilidad de frenar o incluso cambiar el contenido de ciertos cuerpos jurídicos que requerían de al menos las dos terceras partes de los votos. En consecuencia, una vez sancionada la Ley Habilitante por el actual parlamento oficialista, los congresistas que asumirán sus funciones el próximo 5 de enero no tendrán nada qué hacer.
El abuso y el atropello a la democracia no solo de ha dado con esta ley. Con la ausencia absoluta de diálogo, se han aprobado en estos días otros cuerpos legales como la Ley de Responsabilidad en Radio, Televisión y Medios Electrónicos –la cual limita la libertad de expresión incluso para medios existentes en Internet-, la Ley de Educación Superior, La Ley de Protección de la Soberanía –que prohíbe y restringe a las ONG recibir financiamiento del exterior, algo que también está por aprobarse en Ecuador-, una reforma a la ley de Partidos Políticos, entre otras.
No obstante, pese a la gravedad de los hechos ocurridos en Venezuela, organizaciones como la OEA, CAN, Unasur y la comunidad internacional han brillado por su ausencia. Da la impresión que las acciones en contra de los golpes de Estado y de la violación de la democracia funcionan solo para ciertos casos. Lo de Venezuela es un claro ejemplo del rompimiento del sistema democrático y del indispensable equilibrio que debería existir entre diferentes funciones del Estado. Chávez, en primer lugar, ha desconocido la decisión del pueblo venezolano en las últimas elecciones. En segundo lugar, al neutralizar al parlamento y a la oposición en concreto, tiene la vía libre para su reelección en las comicios del 2012.
Tras décadas de consolidación de la democracia en América Latina, lo que estamos viendo no es más que un vivo ejemplo de rupturas institucionales, transiciones fallidas y reinstauraciones autoritarias. Eso es lo que pasa en Venezuela y amenaza con propagarse por varios países. La democracia como tal ha sido violentada. Importa ahora es construir poderes casi absolutos e incuestionables, sin contrapesos institucionales.